El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió este miércoles "responsabilidad" a los partidos de oposición en el parlamento para evitar la parálisis del país tras haber perdido la mayoría absoluta, al tiempo que abrió la puerta a pactos que permitan aplicar el programa con el que fue reelegido en abril pasado.
En un discurso televisado a la nación, Macron reconoció que la Asamblea Nacional surgida de las elecciones parlamentarias del pasado domingo le obligan a “legislar de otra forma” y se abrió a “compromisos” con otros partidos sin perder la “coherencia” del proyecto que le mantuvo en el Elíseo dos meses antes.
Tras haber recibido a los principales líderes de los partidos en los dos últimos días, el presidente descartó un Gobierno de unidad nacional, pero indicó que la situación interna y exterior es delicada y exige “una mayoría más amplia y clara para actuar”.
“Más que nunca, el país necesita reformas ambiciosas para crear más riqueza e innovación”, señaló.
Para lograrlo, hizo un llamado a los partidos de la oposición para que eviten la parálisis y les dio dos opciones: bien integrarse en el Ejecutivo, con un programa de coalición, bien apoyar algunos textos legislativos con los que se sientan más cómodos.
La apelación fue general, pero entre líneas tenía dos destinatarios. Por un lado la derecha conservadora, que aunque perdió la mitad de su representación mantiene 61 diputados, suficientes para que el partido de Macron llegue a la mayoría absoluta.
Ese partido, Los Republicanos, no es hostil a la reforma de las pensiones que propone el presidente, que prevé retrasar la edad mínima de jubilación hasta los 65 años.
El otro objetivo del presidente son los componentes más moderados de la alianza de izquierdas lanzada por Jean-Luc Mélenchon, que con 130 diputados es el principal grupo de oposición.
Si el propio Mélenchon rechazó la mano tendida de Macron, en el seno de ese conglomerado hay socialistas y ecologistas que pueden aprobar algunas políticas del Ejecutivo en favor del poder adquisitivo o de apoyo a las clases más desfavorecidas.
48 horas
Macron dio a los partidos 48 horas, hasta el final del próximo Consejo Europeo en el que estará en Bruselas, para posicionarse sobre su oferta y hacerlo de forma transparente, “a cielo abierto”, para que el país pueda seguir adoptando las reformas necesarias que exige el momento actual.
Con esta maniobra, el presidente busca superar el laberinto en el que le ha situado el mal resultado de las pasadas legislativas, en las que por vez primera vez un presidente elegido por sufragio universal (con las reformas de De Gaulle) no logró la mayoría absoluta en las siguientes legislativas.
Macron reconoció el avance de la abstención (más del 50%) y las “divisiones profundas” que reflejan la nueva Asamblea Nacional, pero evitó hablar de extremismos, pese a la presencia de numerosos diputados de extrema izquierda y extrema derecha.
La oferta de cooperación fue rechazada por Mélenchon, en una intervención programada para justo después de la de Macron, y en la que pidió a la primera ministra, Elisabeth Borne, que se someta a una moción de confianza para conocer el apoyo que tiene en la cámara baja y que dimita si no la supera.
“Es inútil dar la espalda a la realidad, la primera ministra, como en todas las democracias del mundo, tiene que presentarse delante del Parlamento y solicitar su confianza. Si no la tiene, tendrá que irse”, dijo Mélenchon.
Tampoco recibió una respuesta positiva de la extrema derecha, que con 89 parlamentarios tiene la mayor representación de la historia y es el tercer grupo.
Los responsables de la derecha moderada que se pronunciaron apostaron por pactos puntuales, al igual que algunos representantes del Partido Socialista.
La amenaza es que el presidente tiene la potestad constitucional de disolver la cámara y convocar nuevas elecciones en todo momento, algo que deja a los conservadores y los socialistas en una situación preocupante en caso de repetición electoral, tras el mal resultado que sus candidatas tuvieron en las pasadas presidenciales.