El presidente francés, Emmanuel Macron, deberá a partir de este lunes buscar aliados para sacar adelante su programa reformista y liberal, después de la dura derrota registrada en las elecciones legislativas de este domingo, en las que su alianza de centro perdió la mayoría absoluta.
La alianza ¡Juntos! obtuvo 245 de los 577 escaños de la Asamblea; el frente de izquierdas y sus aliados, 137; y la ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen, 89, multiplicando por once los ocho diputados conseguidos en 2017, según un conteo de la Agence France-Presse en base a datos oficiales.
A 44 escaños de la mayoría absoluta, la primera ministra Élisabeth Borne consideró un “riesgo” para el país estos resultados y prometió buscar “una mayoría de acción”.
“No hay alternativa a esta unión para garantizar la estabilidad”, dijo.
“Será mucho más difícil gobernar, sobre todo si hay una alianza de todas las oposiciones”, dijo a la Agencia AFP Dominique Rousseau, profesor de Derecho en la Universidad Panthéon-Sorbonne, para quien el parlamento recuperará protagonismo.
La mayoría simple es un escenario poco habitual en la segunda economía de la Unión Europea (UE). Desde la llegada de la Quinta República en 1958, sólo se dio una vez con el expresidente socialista François Miterrand de 1988 a 1993.
Macron, reelegido el 24 de abril con el 55,5% de los votos para un nuevo mandato de cinco años, necesitará tejer alianzas en la Asamblea Nacional (cámara baja) para aprobar sus reformas estrellas, como el retraso de la edad de jubilación de 62 a 65 años.
Tanto la Nueva Unión Popular, Ecológica y Social (Nupes) -que reúne a la izquierda radical, ecologistas, comunistas y socialistas- como la extrema derecha se opusieron durante la campaña a esa medida y se ven como una oposición “firme”.
El partido Los Republicanos (derecha) y sus aliados UDI (64 escaños) representan así el principal bloque para lograr mayorías.
Aunque ya descartaron convertirse en la “rueda de repuesto” de Macron, no rechazan pactos puntuales.
“Hicimos campaña en la oposición, estamos en la oposición y continuaremos en la oposición”, dijo el presidente de LR, Christian Jacob, después de que algunos miembros de su formación abogaran por un “pacto de gobierno” con el oficialismo.
“Negociación, compromiso”
El nuevo impulso que Macron quería dar a Francia, tras un primer mandato marcado por protestas sociales, la pandemia y los efectos de la guerra de Ucrania, quedó en manos de eventuales apoyos de la derecha o de la izquierda moderada.
“Para Macron este mandato será de negociación, de compromiso parlamentario”, de buscar “apoyos caso por caso según las leyes”, subrayó Rousseau, para quien los franceses pusieron fin a la “hiperpresidencia” del centrista.
De no conseguir aprobar sus reformas, el jefe de Estado de 44 años podría disolver la Asamblea anticipadamente y convocar nuevas elecciones, una apuesta muy arriesgada.
El nuevo ciclo político que comienza en Francia tras un maratón electoral dejó además otros mensajes, empezando por una división del espectro político en tres bloques: izquierda radical, centro y extrema derecha.
Aunque el izquierdista Jean-Luc Mélenchon logró unir a toda la izquierda detrás de él en las legislativas, se quedó lejos de su objetivo de forzar una “cohabitación” y convertirse en primer ministro si la Nupes ganaba los comicios.
El frente de izquierdas quedó numéricamente como la principal fuerza de oposición, pero la gran vencedora de los comicios fue Marine Le Pen que con su Agrupación Nacional logra asentar a la extrema derecha en el paisaje político francés.
“Es una victoria personal para Marine Le Pen (…) No se cuáles son sus intenciones para el resto de su carrera, pero, lo que es seguro, es que está llevando a RN a niveles inéditos”, dijo Gilles Ivaldi, experto de la extrema derecha.