Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022, estalló la primera guerra de agresión a gran escala en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Inimaginable para muchos, la guerra también ha traído consigo impactos inesperados, que han repercutido en todo el mundo.
Estas son cinco formas en que la guerra ha cambiado el mundo:
1. Masiva ola de refugiados
Desde la invasión rusa, unos 6,8 millones de ucranianos han huido de su país, junto con al menos otros 7,7 millones de desplazados internos.
Tras huir inicialmente a los países vecinos, al menos 3 millones continuaron su viaje, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Además de Polonia, Alemania y la República Checa acogen actualmente el mayor número de refugiados ucranianos, con unos 727.000 y 348.000 respectivamente.
Cerca de dos millones de ucranianos han regresado a su país desde que huyeron de la guerra, aunque parte de esa cifra podría ser un movimiento de ida y vuelta, señala la misma agencia de Naciones Unidas.
La afluencia de refugiados ucranianos a la Unión Europea ha galvanizado el apoyo a los mismos, al tiempo que ha puesto a prueba los sistemas de acogida. Los refugiados que se instalan en un nuevo país suelen depender de la red de seguridad social de ese país, al menos durante algún tiempo.
2. Crisis alimentaria en ciernes
Ucrania es uno de los mayores “graneros” del mundo. El país europeo produce alrededor de la mitad del aceite de girasol, el 15% del maíz y el 10% del trigo del mundo. El conflicto ha cortado estas exportaciones, y Rusia sigue bloqueando el grano en los puertos ucranianos del Mar Negro.
Este bloqueo se ha dejado sentir especialmente en los países que dependen de las importaciones de cereales y aceite de cocina ucranianos, como Egipto e India, respectivamente. Pero las repercusiones son mucho más amplias. Algunos advierten que la guerra contra Ucrania, junto con las condiciones meteorológicas extremas debidas al cambio climático y la conmoción económica causada por una pandemia, está generando una crisis alimentaria mundial.
En mayo pasado, la ONU advirtió que los niveles de hambre en todo el mundo han alcanzado “un nuevo máximo”, y añadió que decenas de millones de personas podrían enfrentarse a una hambruna prolongada debido a la guerra.
En mayo, unos 23 países habían impuesto restricciones a la exportación de alimentos, lo que indica que la seguridad alimentaria está disminuyendo.
3. Amenaza a la seguridad energética
Hasta la guerra, Rusia había sido una importante fuente de energía para el resto de Europa. Rusia es el mayor exportador de gas natural del mundo, el segundo proveedor de petróleo crudo y el tercer exportador de carbón.
Tres cuartas partes de su gas y casi la mitad de su crudo se destinan a Europa. En 2020, el petróleo, el gas y el carbón rusos representaban una cuarta parte del consumo energético de la Unión Europea.
Pero después de que Rusia invadiera Ucrania, la UE ha buscado poner fin a su dependencia de la energía rusa. “Sencillamente, no podemos confiar en un proveedor que nos amenaza”, dijo en marzo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Ya en marzo, la Comisión expuso su intención de que la UE se desprenda completamente de los combustibles fósiles rusos para 2030, así como sus planes de reducir drásticamente el uso del gas ruso en dos terceras partes para finales de 2022.
Maximizar el almacenamiento de gas es uno de los puntos de ese plan. La importación de gas natural licuado, por ejemplo desde Estados Unidos, es otra opción provisional. Mientras tanto, algunos expertos pronostican escasez de gas y posibles racionamientos.
Muchos ven en el conflicto una oportunidad para que la UE no sólo se libere de la dependencia de la energía rusa, sino que también cumpla el compromiso del bloque con la protección del clima mediante el desarrollo de las energías
renovables y el aumento de la eficiencia energética. Sin embargo, la velocidad con la que se puede lograr tales cometidos se ve limitada.
Y el aumento de la demanda de fuentes de energía no rusas ha hecho que los precios se disparen de forma generalizada.
4. Aumento de precios e inflación
La crisis tanto de alimentos como de energía ha supuesto un gran cambio en la vida de muchas personas desde que Rusia inició la guerra contra Ucrania: los precios subieron.
Cuando hay menos cantidad de algo, su valor aumenta, y cuando los alimentos y el combustible se encarecen, también lo hacen muchos de los otros productos y bienes de consumo.
Los precios de los alimentos, en particular, se han disparado. El índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que mide la variación mensual de los precios de una cesta de productos alimentarios básicos, alcanzó un máximo histórico en marzo de este año.
La inflación, es decir, la disminución del poder adquisitivo ocasionada por la subida de los precios, es una medida clave que afecta a todos los aspectos de la economía.
La tasa inflacionaria se duplicó en todo el mundo este año, desde marzo de 2021, según la Organización Internacional del Trabajo. En la eurozona, la inflación alcanzó el 8,1% el mes pasado, un récord.
Sin embargo, se prevé que la inflación afecte aún más a los países de menores ingresos. Mientras que una reciente perspectiva del Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectaba una inflación del 5,7% para los países industrializados, esa cifra para los países en desarrollo es del 8,7%.
Por si el aumento de los costos no fuera suficiente, los expertos prevén que los precios podrían seguir siendo elevados durante los próximos años.
5. La resurrección de la OTAN
La invasión rusa de Ucrania también ha dejado su huella en la geopolítica. Algunos expertos pronostican una renovada división en bloques geopolíticos y económicos del Este y del Oeste, con Rusia y China de un lado, y la Unión Europea y Estados Unidos del otro.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se fundó después de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, y reúne a Estados Unidos, Canadá, y a 10 países europeos. Hija de la Guerra Fría, se convirtió en una especie de paraguas para la democracia y el libre mercado en Europa, con una importante expansión hacia el este en 2004.
La clave de la OTAN es el artículo 5, que establece un principio de defensa colectiva: si un miembro es atacado, eso se considerará un ataque a todos, y cada miembro deberá tomar represalias militares.
Si bien el perfil de la OTAN había bajado hasta el punto de que el presidente francés Emmanuel Macron consideró en 2019 que sufría de “muerte cerebral”, la guerra en Ucrania está haciendo que la alianza militar más poderosa del mundo pase al centro del escenario. Debido en gran parte a los temores sobre el proyecto imperialista de Putin para Rusia, Finlandia y Suecia, países tradicionalmente neutrales, solicitaron oficialmente unirse a la alianza.
Vladimir Putin considera que la OTAN es una amenaza para Rusia y ha advertido en repetidas ocasiones de las consecuencias si esta permite la adhesión de Ucrania. Los críticos de la alianza dicen que su expansión hacia el este equivale a una provocación.
La OTAN ha estado suministrando armas y equipos a Ucrania, aunque ha denegado la petición del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, de imponer una zona de exclusión aérea sobre el país.
Por el momento, la OTAN continúa con su delicado acto de equilibrio para no desencadenar una Tercera Guerra Mundial.