En la Duma rusa se alzan voces que exigen la pena de muerte para los combatientes del regimiento ucraniano Azovstal. ¿Qué se piensa en Alemania sobre esto y qué consecuencias tendría para Rusia?
Más de 1.700 soldados ucranianos que defendieron la planta siderúrgica de Azovstal en Mariúpol se han rendido desde el 16 de mayo, según el ministerio de Defensa ruso.
Entre ellos había heridos, algunos de los cuales fueron trasladados para su tratamiento a Novoazovsk, que se encuentra en la zona controlada por la autoproclamada República Popular de Donetsk.
La viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Maljar, habló de la evacuación de los soldados de la planta siderúrgica y aseguró que volverían a casa mediante un procedimiento de intercambio.
El presidente Volodimir Zelenski también expresó su esperanza de salvar la vida de los soldados. “Ucrania necesita héroes ucranianos vivos”, subrayó.
¿Pena de muerte para los combatientes de Azovstal?
Sin embargo, la parte rusa no tiene prisa por negociar un intercambio.
El presidente de la Duma Estatal rusa, Viacheslav Volodin, llegó a declarar que los prisioneros, a los que llama “criminales nazis”, no deberían ser devueltos a Ucrania.
El 26 de mayo, el Tribunal Supremo de la Federación Rusa decidirá si clasifica al Regimiento Azov como “organización terrorista” y, por tanto, si lo prohibe en Rusia. La solicitud de la Fiscalía General de Rusia se debatirá a puerta cerrada.
Por su parte, el presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma y miembro de la delegación rusa en las conversaciones con Kiev, Leonid Sluzki, propuso el levantamiento de la moratoria sobre la pena de muerte que está en vigor en Rusia desde 1996, específicamente para juzgar a los soldados del regimiento Azov.
“Hay que demostrar al mundo entero que los nacionalistas ucranianos solo merecen la pena de muerte”, amenazó.
Garantías del derecho internacional
Según el alemán, Egon Ramms, condenar a los prisioneros ucranianos a la pena de muerte sería una clara violación del derecho internacional.
“Los soldados que han sido evacuados de Mariúpol, incluidos los heridos, son prisioneros de guerra, de acuerdo con los Convenios de Ginebra de 1949”, indicó.
“Si escucho que hay diputados de la Duma que de repente amenazan con la pena de muerte, entonces es evidente que esos diputados rusos no han interpretado correctamente la base legal o están empezando a cometer de nuevo un crimen de guerra”, dijo Ramms en ZDF.
Los Convenios de Ginebra relativos al trato debido de los prisioneros de guerra fueron adoptados en agosto de 1949.
El artículo 13 dice: “Los prisioneros de guerra deberán ser tratados humanamente en todas las circunstancias”.
]”Está prohibido y será considerado como infracción grave contra el presente Convenio. Todo acto ilícito o toda omisión ilícita por parte de la potencia detenedora, que comporte la muerte o ponga en grave peligro la salud de un prisionero de guerra en su poder”, agrega.
Andreas von Arnauld, director del Instituto y vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Christian Albrechts de Kiel, subraya a DW que los prisioneros de guerra no pueden ser castigados por su participación en el conflicto, pero sí por crímenes de guerra.
Por ello, los prisioneros de Azovstal tienen derecho a las debidas garantías procesales y a un juicio justo.
Consecuencias de la violación de los Convenios de Ginebra
Según Christina Binder, catedrática de Derecho Internacional, los individuos pueden ser considerados responsables ante tribunales nacionales. Lo anterior, por violaciones graves de los Convenios de Ginebra.
Sin embargo, Vladimir Putin goza de inmunidad en este caso como jefe de Estado en funciones. También podría considerarse la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
Mientras tanto, los activistas de derechos humanos ucranianos siguen con preocupación la suerte de sus compatriotas.
A esto se refirió en una entrevista de iNews, la directora del “Centro para las Libertades Civiles en Ucrania”, la abogada Oleksandra Matvichuk.
La profesional pidió a la ONU que ofrezca garantías adicionales de que Moscú cumple las disposiciones del derecho internacional.
En su opinión, la historia de los defensores de la planta siderúrgica de Azov merece que se escriban libros. Esto, además de que se hagan películas sobre ella en el futuro. “Esta historia debe tener un final feliz”, dijo.