Una comisión parlamentaria investigará si el primer ministro británico, Boris Johnson, mintió a los diputados al asegurar que no tenía constancia de que las fiestas en Downing Street hubiesen violado la ley anticovid, algo que, de demostrarse, le costaría el cargo.
Si Johnson pensaba que el escándalo de las fiestas (conocido en el Reino Unido como “Partygate”) había sido enterrado, el impredecible Parlamento británico se encargó de recordarle que se equivocaba.
En unas horas frenéticas, y con Johnson de viaje oficial en la India, los peores presagios se cumplieron para el líder conservador. La comisión le garantiza todavía unos cuantos meses de suplicio por cuenta de las celebraciones en sus oficinas durante el confinamiento, que rompieron las reglas anticovid.
Hace nueve días, Johnson hizo historia como el primer jefe del Ejecutivo británico en ser multado por infringir la ley. Hoy, vuelve a marcar un hito al convertirse en el primer investigado por supuestamente haber mentido al Parlamento.
Por si fuese poco, la forma en que se llegó a ese resultado fue casi más nociva para el primer ministro.
La oposición laborista había presentado el martes una moción para que el llamado comité de Privilegios indague si Johnson sabía que mentía cuando mantuvo en repetidas ocasiones que no era consciente de que se hubiesen violado las normas anticovid en sus dependencias.
Pese a que los conservadores gozan de una amplísima mayoría de 75 diputados en la Cámara baja, no quisieron dar la impresión de que bloquean la investigación. Pero en la noche del miércoles, el Gobierno trató de dar un golpe de efecto al pedir a su bancada que retrasase la investigación.
Tras constatar que muchos “tories” podrían oponerse a ese eventual retraso, en el último momento Johnson dio luz verde a sus correligionarios para apoyar la investigación, que fue aprobada sin requerir siquiera de votación.
Presto a sacar rédito, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, recordó que “ahora está claro que ha perdido la confianza de sus diputados”.
“La humillante rectificación de hoy muestra que (los “tories”) saben que ya no pueden defender lo indefendible. Nunca ha sido más evidente que la autoridad de Boris Johnson está tocada y que es incapaz de dirigir”, dijo.
Un quebradero pertinaz
La posición del primer ministro se ha visto muy reforzada en las últimas semanas, gracias en gran parte al estallido de la guerra en Ucrania. A comienzos de febrero, pocos hubiesen apostado por que pudiese seguir al frente del Ejecutivo para el verano.
El propio Johnson se mostró hoy, en declaraciones desde la India, convencido de que será el candidato de su partido en las elecciones de 2024.
Sin embargo, la sombra del “Partygate” es tan agorera como pegajosa.
Un influyente diputado “tory”, Steve Baker, anunció hoy en la sesión parlamentaria que retira su apoyo a Johnson y reclama su dimisión, como también hizo esta semana otro destacado miembro del ala más a la derecha del partido, Mark Harper.
“He estado tentado de perdonar. Pero debo decir ahora que esa posibilidad ha desaparecido (…) Hace tiempo que el primer ministro debería haberse ido”, dijo Baker.
Un cierto respiro
Varios factores se confabulan, pese a todo, en favor del inquilino de Downing Street. El primero de ellos es que el comité que lo investigará estará formado por cuatro de sus correligionarios “tories”, además de un laborista y un nacionalista escocés.
El propio presidente del comité, el laborista Chris Bryant, se ha recusado por haber criticado previamente la conducta de Johnson, lo que ampliará la mayoría conservadora.
La benevolencia de los investigadores no está asegurada para Johnson, pero al menos la responsabilidad recae en sus filas.
Si el comité determinase que Johnson engañó a sabiendas al Parlamento, podría exigir su renuncia por desacato. No parece fácil que algo así se pueda demostrar, pero los testimonios y pruebas que saldrán a la luz prolongarán el escándalo en el tiempo.
De cualquier manera, la investigación no comenzará hasta que la policía haya finalizado la suya.
Y precisamente Scotland Yard proporcionó otra buena noticia al primer ministro, tras anunciar que la policía no notificará nuevas multas por las fiestas hasta que se celebren las elecciones locales del próximo 5 de mayo, que se ven como una piedra de toque para evaluar el desgaste de Johnson.