En la guerra de Ucrania, ambos bandos utilizan la propaganda, con dos estrategias muy diferentes, que no deben hacernos perder de vista la verdad.
Los rusos afirman, sin ninguna prueba, que los nazis están ocupando Ucrania, construyendo armas nucleares y armando militarmente hospitales. Los ucranianos contraatacan con videos ficticios de pilotos invulnerables que también son imaginarios. Cada uno niega sus pérdidas mientras amplifica las del enemigo. En medio de esta batalla propagandística, a los ciudadanos les resulta difícil distinguir los hechos.
Rusia: un legado soviético
En la doctrina militar rusa, la información es un arma como cualquier otra. “Rusia tiene una doble lógica. Trata de proteger la esfera informativa rusa mientras perturba la esfera informativa occidental”, explica David Colon, especialista en propaganda de Sciences Po París.
Para debilitar al adversario, la propaganda rusa se apoya en la desconfianza de una parte de la población hacia sus dirigentes. Para ello, utiliza todos los medios disponibles: “Desde los tiempos del KGB, los rusos han difundido todas las teorías conspirativas que cuestionan las verdades oficiales. Es la función que se atribuye a RT y Sputnik, que han dado a los teóricos de la conspiración un espacio desproporcionado para fomentar el relativismo y la división”, continúa David Colon.
Uno de los ejemplos más conocidos fue el ataque ruso a una maternidad en Mariúpol el 10 de marzo. Moscú afirma que las instalaciones estaban ocupadas por combatientes ucranianos. Como prueba, para desacreditar las conclusiones de los periodistas sobre el terreno, las embajadas rusas se han dedicado a denunciar que una de las embarazadas afectadas por el atentado es una influencer en Instagram.
Se trata de un pensamiento conspirativo: no hay pruebas, pero al espectador le queda la duda de que puede haber algo raro. Aunque sólo se necesiten unos pocos clics para comprobar que, efectivamente, la joven había anunciado su embarazo hace tiempo en sus redes sociales. A menudo, Rusia se limita a poner un gran sello rojo de “Fake” en los artículos, imitando a los sitios de comprobación de hechos, para denunciar una mentira sin más demostración.
En rusia, la ley contra la “información engañosa” del 4 de marzo amenaza a cualquiera que mencione una “guerra” en Ucrania. El viernes 18 de marzo, Vladimir Putin repitió sus mentiras delante de una pancarta “por un mundo sin nazismo”, ante una multitud reunida para la ocasión en el estadio de Moscú. Aunque los activistas neonazis en Ucrania son ultraminoritarios.
“La desnazificación de Ucrania es una transposición de la victoria en la Gran Guerra Patriótica”, afirma Maxime Audinet, especialista en Rusia del Instituto de Investigación Estratégica de la Academia Militar (IRSEM). Esta forma de describir la Segunda Guerra Mundial, propia de Rusia, remite a un imaginario colectivo extremadamente movilizador. “Es una narración que se ha difundido en varias épocas. La mayoría de la opinión rusa parece adherirse a ella, especialmente entre los mayores de 45 años, que se han enfrentado toda su vida a esta narrativa soviética de la lucha contra el fascismo”, continúa el investigador.
Ucrania: comunicación al estilo estadounidense
El presidente ucraniano se ha convertido en el rostro de la resistencia a la invasión. “Nadie conocía a [Volodimir] Zelenski, salvo algunos investigadores y periodistas. Ahora todo el mundo lo conoce. Se dirige directamente a los pueblos, especialmente europeos, para empujar a sus líderes a tomar decisiones políticas. Aunque dudo que funcione”, afirma Colin Gérard, del laboratorio Geode de la universidad París 8.
Difunde la imagen de un humilde jefe de Estado, con camiseta caqui, al lado de su pueblo. “Está haciendo lo contrario que Vladimir Putin, que intenta instalar una verticalidad del poder. Aplica una técnica de comunicación muy conocida por los estadounidenses, llamada Plain Folks Appeal, que pretende proyectar una imagen cercana a la gente. Es extraordinariamente eficaz para convencer a la opinión occidental, que se reconoce en este personaje”, descifra David Colon.
Sin embargo, como señaló Carl Miller, especialista en redes digitales, aunque en Europa pueda parecer que los ucranianos han ganado la batalla de la información, “con demasiada frecuencia pensamos sólo en los espacios informativos que habitamos”. En otros lugares, especialmente en África y Asia, los mensajes rusos son ampliamente recogidos y difundidos por los usuarios de internet.
El día de la invasión, el 24 de febrero, Volodimir Zelenski quiso dirigirse a un público diferente. “Habló con los rusos, en ruso, para explicarles que su propio abuelo había luchado contra los nazis en el Ejército Rojo. Esto no es evidente para muchos ucranianos que, por el contrario, pretenden marcar una distancia entre Ucrania y la Unión Soviética”, dice Maxime Audinet.
Sin embargo, los ucranianos también difunden información falsa. Por ejemplo, exageran las acciones de sus soldados. “Hay una parte propagandística en la comunicación ucraniana. Homenajea a los soldados muertos e insiste en el martirio del pueblo ucraniano. Se trata de una propaganda reactiva y defensiva, cuyo objetivo es apoyar la moral de las tropas”, confirma Audinet.
¿Son todas las propagandas iguales?
Tanto los ucranianos como los rusos utilizan la propaganda y la manipulación de la información. Pero, ¿podemos simplemente enviarlos uno detrás de otro? “Los principios de la propaganda son los mismos para todos los beligerantes, en todos los conflictos. Es el otro quien empezó la guerra y quien comete las atrocidades. Pero el relativismo tiene un límite: cuando dos Estados afirman que fue el otro el que inició las hostilidades, uno está mintiendo. Y aquí no hay duda: Rusia es el agresor”, analiza David Colon.
Para separar la verdad de la falsedad, los profesionales del conocimiento deben ser especialmente rigurosos. “La única solución que veo es un tratamiento periodístico serio, que no se deje abrumar por la emoción, y unos investigadores que hagan su trabajo de análisis y explicación”, concluye Colin Gérard.