Tras haber pedido a su ejército que “mantenga la paz” en los territorios secesionistas de Donetsk y Lugansk, cuya independencia ha reconocido, Vladimir Putin obtuvo de la Cámara Alta del Parlamento la autorización para un despliegue militar en apoyo de los separatistas.
La OTAN dice ahora que espera un “ataque masivo”. Pero en la mañana del miércoles, el presidente ruso dijo en un discurso televisado con motivo del “Día del Defensor de la Patria” que su país seguía “siempre abierto al diálogo directo y honesto para encontrar soluciones diplomáticas a los problemas más complejos”. Sin embargo, los intereses y la seguridad de nuestros ciudadanos no son negociables para nosotros”, concluyó.
Ayer, el jefe del Kremlin dejó dudas sobre el calendario de envío de las fuerzas armadas, y abogó por una “desmilitarización” de Ucrania, que haría “mejor” en renunciar a su ambición de entrar en la OTAN y optar por la “neutralidad”. “No he dicho que nuestros soldados vayan a ir allí ahora (…) Dependerá, como se dice, de la situación sobre el terreno”, dijo.
Justo después, la diplomacia rusa anunció la próxima evacuación de sus diplomáticos de Ucrania.
Putin explica sus objetivos
Manteniendo el suspenso, el jefe del Kremlin dijo que los
acuerdos de Minsk
, que servían de base para el arreglo del conflicto en el este de Ucrania, “ya no existen”. Estos acuerdos, firmados en 2015 por Rusia y Ucrania bajo la mediación franco-alemana, tenían como objetivo el retorno a la soberanía ucraniana de las zonas controladas por los separatistas en las regiones de Donetsk y Lugansk, a cambio de autonomía. El reconocimiento de su independencia hace que los acuerdos sean nulos desde el punto de vista ruso.
Pero para Moscú, las “repúblicas” separatistas de Donetsk y Lugansk ya no se limitan a los territorios que ahora tienen los prorrusos, sino que se extienden a la totalidad de las regiones homónimas, “como cuando formaban parte de Ucrania”, dijo Vladimir Putin. Esto abre la puerta a un intento de tomar el control de las partes de estas regiones controladas por las autoridades ucranianas, especialmente la ciudad de Mariupol, que cuenta con más de 400.000 habitantes.
Sin embargo, el jefe del Kremlin añadió que la delimitación exacta tendría que ser objeto de “negociaciones” entre Kiev y los separatistas. Tras estas declaraciones, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con las dos regiones separatistas, no reconocidas por la comunidad internacional.
“El Presidente Putin ya no honra la firma de Rusia”, reaccionó el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, citando la Carta de París de 1990 y el Acta Final de Helsinki, todos ellos textos sobre “la inviolabilidad de las fronteras, la soberanía de los Estados y la estabilidad en Europa” firmados por Rusia.
“La firma de Rusia son también los Acuerdos de Minsk, del propio Putin, renovados en la reunión de París de diciembre de 2019”, recordó. “El presidente Putin tampoco cumple sus propios compromisos, ya que había declarado públicamente que la hipótesis de una votación en la Duma que condujera al reconocimiento de las dos repúblicas de Donetsk y Lugansk no estaba en la agenda”, continuó.
“El comienzo de una invasión”
Al anunciar que las regiones ucranianas cuya independencia ha reconocido Rusia van más allá de las zonas actualmente controladas por los separatistas, el presidente ruso Vladimir Putin “está desarrollando justificaciones para ir mucho más allá”, dijo el presidente estadounidense Joe Biden en un discurso a la nación desde la Casa Blanca. “Este es el comienzo de una invasión rusa de Ucrania”.
En respuesta, Joe Biden anunció que había autorizado el redespliegue de las fuerzas estadounidenses ya posicionadas en Europa para reforzar los países bálticos, al tiempo que reiteraba que no perdía la esperanza de encontrar una solución diplomática.
“No hay duda de que Rusia es el agresor, por lo que somos conscientes de los retos a los que nos enfrentamos”, dijo. “Sin embargo, aún estamos a tiempo de evitar el peor de los escenarios, que infligirá un enorme sufrimiento a millones de personas”.
Sin embargo, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, anunció que no se reuniría con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, como estaba previsto. “Ahora que vemos que la invasión ha comenzado y que Rusia ha rechazado claramente la diplomacia, no tiene sentido reunirse en este momento”, explicó, al tiempo que se declaró dispuesto a proseguir los esfuerzos diplomáticos si Rusia aporta pruebas de su voluntad de desescalar. Por la misma razón, la cumbre propuesta por Emmanuel Macron entre Joe Biden y Vladimir Putin “ciertamente no está contemplada”, dijo la portavoz de la Casa Blanca Jen Psaki.