En la primera jornada de los ejercicios “Determinación aliada-2022” los aviones de asalto rusos Su-25SM participaron en la “eliminación de objetivos del enemigo” en un polígono militar de la región bielorrusa de Brest, limítrofe con Ucrania y Polonia.
Se le sumarán en los próximos días los cazas Su-35 y los sistemas de defensa antiaérea S-400, que tienen un alcance de hasta 400 kilómetros, juegos de guerra a los que no acudirá el presidente ruso, Vladímir Putin, según informó el Kremlin.
El jefe del Estado Mayor de Rusia, Valeri Guerásimov, sí viajó a Minsk para presidir las maniobras, que algunas capitales occidentales consideran un posible preludio de una invasión de Ucrania.
Tropas rusas regresarán a sus cuarteles
El Kremlin reconoció que las maniobras –el mayor despliegue militar en Bielorrusia desde la Guerra Fría, según el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg- son de gran envergadura, pero las vinculó con “las amenazas sin precedentes” a las que están sometidos ambos países.
Con todo, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, insistió hoy en que las tropas volverán a sus bases tras las maniobras, algo que, dijo, no ocurre con el despliegue de soldados y armamento aliado en Europa oriental.
“El que después de maniobras militares las tropas vuelvan a sus cuarteles es lo habitual. En lo que se refiere a la duración, es un derecho soberano de cada Gobierno”, dijo en una rueda de prensa Lavrov tras reunirse con su homóloga británica, Liz Truss, que demandó el repliegue ruso en la frontera ucraniana.
Lavrov calificó de “drama” que cada día recuerde más a una “comedia” la reacción occidental a las maniobras de las fuerzas de reacción rápida en defensa de la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia.
“Dentro de algún tiempo los países occidentales sabrán que los ejercicios terminaron y las tropas regresaron a territorio ruso. Entonces, se armará un gran ruido para aseverar que Occidente arrancó de Rusia una desescalada, aunque en realidad es vender humo”, afirmó.
Mientras, añadió, a diferencia de los ejercicios rusos, tras los que los soldados regresan a sus habituales lugares de emplazamiento, las tropas que EEUU, el Reino Unido y Canadá envían a los países bálticos y otros países bañados por el mar Negro no lo hacen.
“Esas tropas y armamento, por regla general, nunca vuelven a casa”, subrayó.
Recelos de la OTAN y EEUU
Al anunciar hoy en Bruselas el envío de una carta a Lavrov para reanudar el diálogo OTAN-Rusia, Stoltenberg alertó de la magnitud de las maniobras en Bielorrusia, en las que participan miles de soldados.
“Estamos monitorizando de cerca el despliegue de Rusia en Bielorrusia, que es el más grande desde el final de la Guerra Fría”, afirmó.
Resaltó que el mundo está ante un momento “peligroso” para la seguridad europea y lamentó que el número de fuerzas rusas alrededor de Ucrania “está aumentando” y el tiempo de aviso de un posible ataque “se está reduciendo”.
Dicho despliegue incluiría los temidos misiles tácticos Iskander, que según los militares rusos son capaces de superar el escudo antimisiles estadounidense, aunque el Ministerio de Defensa no ha informado de ello.
Por su parte, la Casa Blanca denunció que Rusia ha desplegado ya a 5.000 soldados en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, y que planea incrementar esa cifra hasta los 30.000 hombres.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que Putin le garantizó que no habría una escalada militar en la frontera con Ucrania, aunque el Kremlin negó cualquier posibilidad de acuerdo concreto con un país que no lidera la OTAN.
Ejercicios en el mar negro
El jueves también arrancaron unos ejercicios de la Armada rusa en el mar Negro, que hay que enmarcar en las mayores maniobras navales desde la caída de la URSS (1991).
Participan seis buques de desembarco, que atracaron en el puerto crimeo de Sebastópol, base de la Flota rusa del Mar Negro, y tres buques antiminas.
“Este tipo de acciones agresivas de Rusia como parte de su guerra híbrida contra Ucrania son inadmisibles”, señaló el Ministerio de Exteriores de Ucrania, que remitió a Moscú una nota de protesta por el bloqueo de algunas zonas de los mares Negro y Azov.
Mientras, el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, quien ha advertido de que en caso de conflicto con el país vecino estará en el bando ruso, se mostró hoy “convencido” de que no habrá ninguna “guerra caliente” en Ucrania.
“Si ningún nazi loco en Ucrania organiza una provocación, no combatiremos. No estamos cerca de esa guerra”, afirmó.