En una ceremonia celebrada a la luz de las antorchas, las Fuerzas Armadas Federales de Alemania despidieron a la canciller Angela Merkel. Esta ceremonia militar se ha convertido en el acto de despedida no oficial de ministros de Defensa, presidentes y cancilleres.
En un discurso breve y solemne, este jueves por la noche, Merkel agradeció a los alemanes y les pidió que sean optimistas sobre el futuro de su país.
Adiós tras cuatro mandatos
Fueron “16 años como canciller de Alemania llenos de acontecimientos, a menudo, muy desafiantes, políticamente y como ser humano”, dijo. Múltiples crisis han demostrado la importancia de la cooperación internacional a la hora de abordar los desafíos que enfrenta el mundo, destacó.
La canciller agregó que “los dos últimos años de la pandemia en particular” habían demostrado “la importancia de confiar en los líderes políticos, la ciencia y el discurso público”. Además dijo que “me gustaría alentarlos en el futuro a mirar el mundo desde la perspectiva de otras personas también”.
Despedida en lugar emblemático
Merkel fue la primera canciller de Alemania del este del país y también la primera canciller de la Alemania de posguerra en ser despedida con esta especial ceremonia en Berlín.
Ella eligió el complejo Bendler Block, del Ministerio de Defensa, para la ceremonia. Es un lugar lleno de historia. Fue construido como oficina para la Armada Imperial Alemana en 1914, ampliado por los nazis y convertido en el cuartel general de un grupo de oficiales alemanes que intentaron sacar a Adolf Hitler del poder el 20 de julio de 1944. Los líderes de la conspiración fueron ejecutados en el patio, donde hoy se alza un monumento dedicado a la resistencia alemana. Desde 1993, este complejo ha servido como sede adicional del Ministerio Federal de Defensa del país.
Merkel es la tercera gobernante del país en recibir los honores en esta ceremonia llamada “Zapfenstreich”. Helmut Kohl, canciller demócrata cristiano de 1982 a 1998, fue el primero. Eligió la catedral de Speyer, patrimonio mundial de la UNESCO, en su estado natal de Renania-Palatinado. El canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, de 1998 a 2005, prefirió que la ceremonia se llevara a cabo en su ciudad natal, Hannover.
Música alemana para una canciller del este
La ceremonia brinda al canciller saliente la oportunidad de pronunciar un discurso. Kohl aprovechó dicha oportunidad y habló durante 13 minutos en 1998 sobre la historia alemana y europea, la paz, la libertad y la importancia del servicio militar obligatorio universal, entretanto abolido. En 2005, Gerhard Schröder declinó dar un discurso. Merkel habló durante siete minutos y tuvo presente a todos aquellos que están tan comprometidos en la lucha contra la pandemia del coronavirus.
Desde que el Gobierno y el Parlamento se trasladaron de Bonn a Berlín en 1999, ha sido la música, no los discursos, lo que mejor se ha recordado de estos eventos. La música que toca la banda militar es elegida por la persona a la que se honra. En las últimas ocasiones, la banda tocó desde jazz hasta rock. Las canciones de Merkel fueron alemanas y obtuvieron una atención considerable en la opinión pública por la perspectiva que parecían mostrar las piezas musicales sobre su persona y no sobre la política: una pieza religiosa, una canción de la cantante punk Nina Hagen y una de Hildegard Knefs “Qué lluevan rosas rojas para mí”, toda una canción de culto en el país.
El “Zapfenstreich” es una ceremonia de estado que dura unos 20 minutos, se remonta a los días del militarismo prusiano cuando se estableció por primera vez en el siglo XVI.
Tras la interpretación del himno nacional, los soldados parten al son de un redoble de tambores, despidiéndose de la canciller y dando fin a otro capítulo de la historia alemana.
Entre los participantes se encontraban el presidente federal Frank-Walter Steinmeier y el futuro canciller Olaf Scholz (SPD). En su discurso, antes de la ceremonia, Merkel le deseó a él y a su Gobierno “todo lo mejor, una mano afortunada y buena suerte”.
Al final de la ceremonia, tomó una sola rosa roja de su ramo, se subió a un auto y se despidió saludando con la mano en la fría noche berlinesa.