La socialdemócrata Magdalena Andersson fue elegida primera ministra de Suecia por el Parlamento y se convertirá en la primera mujer en dirigir el gobierno de este país nórdico, tras días de arduas negociaciones.
Andersson era hasta ahora ministra de Finanzas del gobierno del primer ministro Stefan Löfven, que dimitió tras perder una moción de censura en junio pasado en un movimiento largamente anticipado para dar margen a su sucesor de preparar las elecciones generales de septiembre de 2022.
Andersson logró 117 votos a favor, 57 abstenciones y 174 votos en contra. En Suecia, un gobierno recibe el visto bueno si la mayoría de diputados (es decir 175) no vota en contra.
La economista de 54 años, que asumió el liderazgo del partido socialdemócrata en noviembre, cerró un pacto con el Partido de la Izquierda el martes por la noche para subir las pensiones a cambio de garantizar su victoria. “Hemos alcanzado un acuerdo para fortalecer los ingresos de los pensionistas más pobres”, dijo Andersson a la televisión pública SVT tras el pacto.
“No vamos a bloquear a Andersson”, había asegurado en declaraciones a la radio pública sueca la líder del Partido de Izquierdas, Nooshi Dadgostar.
Andersson asumirá formalmente sus funciones tras un encuentro con el rey Carlos XVI Gustavo el viernes. Ella reemplazará a su compañero Stefan Lofven, que renunció el 10 de noviembre tras siete años como primer ministro
Los socialdemócratas están rozando sus mínimos históricos de apoyo y se ven amenazados por los conservadores Moderados, que recientemente se acercaron al partido antiinmigración de los Demócratas de Suecia y confían gobernar con su apoyo informal.
Referente de equidad, pero en Suecia no había habido una mujer a la cabeza
Aunque durante largo tiempo Suecia se ha considerado referente en igualdad de género, nunca ha tenido una mujer al frente del gobierno a diferencia del resto de países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega e Islandia).
Tras tomar el liderazgo de los socialdemócratas, esta antigua campeona de natación juvenil, a menudo descrita como “pragmática” y “burócrata tecnocrática”, fijó tres prioridades políticas.
La primera es “retomar el control democrático de escuelas, salud y cuidado de mayores” y alejar el sector del bienestar de la privatización. También abogó por convertir a Suecia en modelo de transición climática.