Durante la década de 1970, la dictadura de Augusto Pinochet en Chile utilizó las adopciones de niños a Suecia en una campaña para ganar influencia en el país europeo.
En al menos 600 de los casos, los niños habrían sido secuestrados, irregularidades que están siendo investigadas por el estado sueco.
Así es reportado por el medio Dagens Nyheter, con antecedentes revelados por una investigación de la chilena Karen Alfaro, de la Universidad Austral.
Desde 2018, se está llevando a cabo una investigación penal en Chile que contiene más de 630 casos suecos.
En el artículo original de la investigación “Niños y niñas chilenos adoptados por familias suecas. Proximidad diplomática en tiempos de Guerra Fría (1973-1990)” se indica que “las adopciones se convirtieron en parte de un juego político para levantar el aislamiento internacional de Chile”, según Karen Alfaro, de la Universidad Austral.
Otro ejemplo son los más de 4.000 niños han sido adoptados en Suecia desde China, a menudo bebés que, según las autoridades chinas, habían sido abandonados por sus padres, según la investigación del diario sueco.
Según señaló SVT Nyheter en 1971 a 1992, es decir, en gran parte durante la época de la dictadura de Pinochet, más de 2.000 niños de Chile fueron adoptados por parejas suecas.
Adopciones ilegales en Chile
Se espera que el gobierno de Suecia presente las directrices para una investigación gubernamental sobre las presuntas irregularidades relacionadas con adopciones internacionales.
En febrero, la ministra de Asuntos Sociales, Lena Hallengren, abrió una investigación de este tipo.
“El investigador examinará si se produjeron irregularidades en los países desde los que provienen la mayoría de las adopciones. Lo anterior, así como en los países en los que hay fuertes sospechas de que hubo irregularidades”, indicó Hallengren.
Esto, tras el informe inicial de DN en la revisión “Niños a toda costa”, que mostró cómo niños de los países pobres han sido adoptados en Suecia, sin el consentimiento de los padres.
Los artículos revelaron cómo Suecia creó un sistema que permitió adopciones poco éticas e ilegales. Tras esto, los funcionarios han dado la voz de alarma sobre presuntas irregularidades hasta bien entrada la década de 2010.
La justicia chilena abrió en 2018 una investigación judicial para analizar miles de adopciones irregulares por extranjeros, incluidos ciudadanos suecos, durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Lazo de Pinochet con Suecia
La investigación chilena reveló esta semana que la dictadura de Pinochet usó las adopciones como un instrumento para tratar de presionar al Gobierno de Suecia.
Este último había sido especialmente crítico con el régimen chileno durante el mandato de Olof Palme.
Cerca de 2.000 niños chilenos fueron adoptados por suecos entre 1974 y 1990, dentro de una campaña para tratar de mejorar las relaciones entre ambos países.
Durante el proyecto, jugó un papel relevante el Centro de Adopción Sueco y grupos de extrema derecha suecos afines a Pinochet.
En una carta, el embajador dijo cooperar con la sociedad sueco-chilena, una asociación de suecos pro-régimen cuyo propósito es crear relaciones amistosas entre los países.
La organización es de ultraderecha: su presidente ocupa un lugar destacado en la Unión Nacional Sueca pro nazi y su secretario es un activista dentro del movimiento fascista “Nueva Suecia”.
De acuerdo con un informe, las adopciones a Suecia recibieron un impulso después de una visita a Estocolmo de la entonces ministra chilena de Justicia, Mónica Madariaga, a mediados de la década de 1970.
Fue ella quien convenció a la junta militar de los beneficios que le podían sacar a las adopciones
“Influencia política” de Pinochet
Los documentos leídos por DN muestran que la junta militar utilizó a los niños adoptados como una forma de mejorar la reputación del régimen en Suecia.
“Después del golpe militar en 1973, el régimen era escéptico sobre las adopciones. Se consideró que los niños abandonados podían ser utilizados como una forma para que Suecia difamara al gobierno chileno”, dice Karen Alfaro.
Pero después que la prima y ministra de Pinochet, Mónica Madariaga, visitara Suecia, la junta militar cambió de opinión.
“Rápidamente se dio cuenta de que las adopciones podrían traer algo positivo para Chile, tanto política como económicamente”, dice Alfaro.
Finalmente se concluye que las adopciones de niños por parte de familias suecas son vulneraciones a los derechos humanos ocurridas en Chile.
Estas adopciones funcionaron de manera irregular y -primeramente- se asociaron a una ayuda humanitaria, producto de la difícil situación de la niñez chilena.
Así los medios suecos, al informar sobre los graves acontecimientos ocurridos en el Chile de Pinochet, reflejaron el peor rostro del régimen.
Los testimonios de desnutrición, alta mortalidad infantil y represión experimentadas por niños y niñas impactaron en la comunidad sueca.
Esto contribuyó a fomentar la llamada campaña antichilena en Suecia y alertó a los militares con respecto al alcance político que del tratamiento de la infancia se proyectaba en el exterior.
Fue así como en un segundo momento (1978-1988) la adopción pasó a ser aceptada por el régimen. Tras esto, su regularización se transformó en estrategias diplomáticas y políticas.
De este modo, la adopción se situó en un campo de disputa política que buscaba revertir el aislamiento del régimen militar.