Durante la campaña electoral en Alemania apenas se tocó el tema migratorio. Ahora, el fenómeno de la migración desde Bielorrusia plantea un reto a las autoridades alemanas en la frontera con Polonia. ¿Qué hacer?
La ruta a través de Bielorrusia y Polonia hacia el este de Alemania era poco usada por las personas que huyen desde Cercano Oriente.
Pero en los últimos meses se transformó en una vía de escape, especialmente hacia el estado alemán de Brandeburgo.
En agosto de 2021 fueron detectados allí 209 migrantes, mientras en septiembre ya fueron 1.164, y en octubre, cerca de 2.000.
Otros dos estados alemanes se ubican en la frontera con Polonia: Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Sajonia.
En total, la frontera tiene 460 kilómetros de largo. Según la Policía Federal, en lo que va de este año 5.700 personas la cruzaron de manera ilegal, especialmente refugiados de Siria e Irak.
¿Cómo manejar esto a nivel humanitario y administrativo? ¿Podría empeorar la situación?
Muchos recuerdan la llegada, en 2015/16, de cientos de miles de migrantes a Alemania, que se vio, en parte, sobrepasada por la situación.
En 2021, las autoridades alemanas registraron alrededor de 80.000 nuevas solicitudes de asilo, mucho menos que entonces.
Sin embargo, políticos como Ralph Brinkhaus, jefe de la fracción de la Unión Demócrata Cristiana en el Parlamento alemán, advierten sobre un aumento de pedidos de asilo.
“Algo así podría pasar”, dijo, señalando que en 2015 no se tuvieron en cuenta los “indicadores tempranos”, algo que no debe repetirse, subrayó.
Pero la situación de 2015 era diferente de la actual: “Es un gran desafío, pero no se puede comparar con el que vimos en 2015”, indicó el jefe de gobierno de Sajonia, Michael Kretschmer
A pesar de eso, se deberían ampliar las capacidades “y alojar adecuadamente a las personas”, añadió.
Manejo difícil de la migración por la pandemia
En Brandeburgo existen cuatro centros de acogida para refugiados, y en ese estado no parece haber muestras de intranquilidad por el aumento de migrantes, ya que recibe toda la ayuda necesaria del gobierno estatal, explica a DW Olaf Jansen, director del centro de primera acogida de Eisenhüttenstadt. Las ayudas se enfocan en las entrevistas, el registro y las solicitudes de asilo.
No se puede hablar de una amenaza de “colapso”, como han informado algunos medios, aclara Jansen. “En 2015 aprendimos y estamos preparados para situaciones como esta. Nuestra exigencia es saber exactamente quién llega a Alemania y en qué estado”.
Claro que el manejo de la migración ilegal en tiempos de pandemia no es fácil, agrega. Bielorrusia es territorio de alto riesgo de coronavirus.
Los refugiados que llegan desde ese país deben ir a cuarentena, pero las capacidades son limitadas. “Aquí hay ahora unas 1.600 personas, y las capacidades están limitadas a aproximadamente 2.100”, dice.
Según él, para solucionar el problema desde la base es necesario hacer más a nivel diplomático.
No se cerrará la frontera desde Bielorrusia y Polonia
No solo es necesario controlar la situación en los centros de acogida, sino también en las fronteras. Actualmente hay ochocientos agentes de la Policía Federal en acción.
Pero el sindicato de esa fuerza admitió que solo se realizaban controles selectivos detrás de la frontera.
“Con este corredor de búsqueda, el riesgo de que haya una inmigración descontrolada es muy alto”, dijo Heiko Teggatz, presidente del sindicato.
El panorama en Polonia también es tenso. “Por eso necesitamos una segunda línea de control en la frontera germano-polaca”, aseguró.
Ahora, el Gobierno alemán en Berlín debatió cómo podría funcionar una “línea de control” así.
Por ejemplo, con patrullaje conjunto, sobre todo, en territorio de Bielorrusia y Polonia, “para identificar a potenciales viajeros transfronterizos, pero también para arrestar a los traficantes de personas”, dijo el ministro alemán del Interior, Horst Seehofer. Pero, para eso, Polonia debe estar de acuerdo.
Lo cierto es que no habrá un cierre de fronteras, afirmó Seehofer en Berlín. En eso, ambos países están de acuerdo. Un cierre de fronteras podría afectar ampliamente las economías de Alemania y de Polonia.
La situación actual en la frontera polaco-alemana afecta además principios fundamentales de la política migratoria europea.
Según la ley de la Unión Europea, las personas en busca de refugio deben presentar su solicitud de asilo en el país al que llegan primero. Pero el Acuerdo de Dublín ya no funciona en muchos aspectos, explicó Seehofer.
Muchos refugiados no se quedan en Polonia, primer país de acogida, sino que siguen viaje hacia Alemania. Algunos migrantes son enviados de vuelta a Polonia para que las autoridades se hagan cargo de ellos.
“Los migrantes como arma política”
La causa de la tensa situación es, en opinión del Gobierno alemán, Bielorrusia.
Allí hay “una actividad de tráfico de personas, sino organizada por el Estado, al menos respaldada por este”, explicó el ministro alemán del Interior. “Las personas migrantes son usadas como armas políticas, una forma de amenaza híbrida”.
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, reaccionando a las sanciones por parte de la UE, explicó que dejaría de frenar a los migrantes que viajan hacia el bloque comunitario.
También Rusia juega un papel, según Seehofer, quien dijo que difícilmente se puede imaginar que todo esto suceda sin la aprobación de Moscú.
Esa apreciación con respecto a Lukashenko es compartida por muchos diputados en el Bundestag. “Debemos llegar a la raíz del problema, es decir, al tráfico de personas perpetrado por un líder autoritario en Bielorrusia”, dijo el portavoz de política exterior del Partido Socialdemócrata (SPD), Nils Schmid, a DW.
“Si queremos detener esto, tenemos que evitar que las aerolíneas de terceros países traigan refugiados a Bielorrusia y Polonia, y luego los envíen a la frontera de la UE”, agregó.
Según Seehofer, eso ya se logró con una aerolínea de Irak. Alemania espera ahora más ayuda de la UE, también a través de posibles nuevas sanciones contra Bielorrusia y contra aerolíneas problemáticas.