La ministra del Interior de Italia, Luciana Lamorgese, admitió hoy que las violentas protestas neofascistas del pasado 9 de octubre superaron todas las previsiones.
“Es obvio que no logramos contener todos los propósitos criminales de la parte violenta de los manifestantes. Sobre todo los instigados por los sujetos más politizados (…) El déficit de seguridad por la situación ha superado cada previsión razonable”, reconoció.
Lamorgese, ministra del Gobierno, tuvo que comparecer hoy ante el Parlamento para dar explicaciones de la gestión de las manifestaciones que salpican Italia. Sobre todo, por la obligación del pasaporte sanitario en el trabajo.
Y sobre todo por la de la noche del 9 de octubre, cuando militantes del movimiento neofascista Forza Nuova acabaron sumiendo a Roma en el caos.
Esto, tras asaltar la sede del mayor sindicato del país, la CGLI, y asediar un hospital, hiriendo a dos enfermeras y dos guardias.
La única oposición al Gobierno “de unidad” de Draghi, pidió la comparecencia de la ministra para saber por qué se tardó tanto en frenar esa protesta. Sin embargo, otras más pacíficas son enseguida disueltas con cargas.
Tención tras protestas neofascistas
La líder de esa formación, Giorgia Meloni, expresó su sospecha de que detrás de todo estaba “la estrategia de la tensión”.
Se trata de la táctica empleada durante los Años de Plomo en Italia, entre 1970 y 1980, para infundir miedo y controlar a la opinión pública.
Lamorgese tachó de “inaceptable” acusar a las fuerzas del orden de “prestarse a ser instrumento de oscuras finalidades políticas”.
En cualquier caso advirtió de que estos movimientos neofascistas están interesados en “adquirir espacios de visibilidad” como las protestas para crecer: “No podemos bajar la guardia de ningún modo para no turbar la tranquilidad nacional”, sostuvo.
La ministra se refirió a la protesta de algunos estibadores en el puerto de Trieste, puerta a Europa del Este, en contra de la imposición del certificado sanitario de la covid-19 en el trabajo.
Los manifestantes ocuparon la dársena 4 del puerto, sin bloquearla pero sí ralentizando la actividad portuaria, hasta que los agentes antidisturbios los desalojaron con cargas, gases lacrimógenos y agua a presión, lo que provocó tensiones hasta la noche.
La ministra declaró que esa operación policial fue acordada porque la protesta corría el riesgo de “degenerar en un peligro para el orden público” por tener “características análogas” a la protesta de Roma.