El juicio de los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015 se abrió este miércoles por la tarde ante un tribunal especial en la capital francesa.
Se trata de los peores ataques perpetrados en París, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Salah Abdeslam, el único miembro con vida de los comandos que dejaron 130 muertos y el principal de los 20 acusados, acudió a la primera jornada del juicio.
Según indicó el juzgado, se espera que la duración del proceso se extienda por al menos nueve meses.
El francomarroquí además aseguró en sus primeras palabras ante el tribunal que “no hay más Dios que Alá”, cuando le pidieron que se identificara.
“Primero que todo, quiero decir que no hay más Dios que Alá y que Mahoma es su profeta”, dijo el único imputado.
Luego de esto, recitó la profesión de fe islámica.
“Ya veremos eso”, le respondió el presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, que a continuación le preguntó por su oficio.
De pie, Abdeslam, que bajó su mascarilla negra para hablar, se acercó de nuevo al micro y dijo: “Abandoné cualquier profesión para convertirme en un combatiente del Estado Islámico”.
Acto seguido rechazó dar el nombre de sus padres: “El nombre de mi padre y de mi madre no tienen nada que ver en esta historia”.
“Juicio excepcional por ataques yihadistas”
Este joven de 31 años, otrora un juerguista que cometía delitos menores antes de convertirse al yihadismo, es el único atacante con vida, el “décimo hombre”, y el juicio deberá esclarecer su papel exacto.
“Velaremos por que este juicio excepcional no se convierta en un juicio de excepción”, habían advertido sus abogados.
Doce de los 20 acusados se enfrentan a la cadena perpetua.
En ese momento, un atacante suicida activó sus explosivos cerca del Estadio de Francia, donde tenía lugar un partido amistoso de fútbol entre Francia y Alemania, con miles de personas en las gradas, entre ellos el entonces presidente François Hollande.
Dos kamikazes más siguieron minutos después provocando la muerte de un conductor de autobús.
Abdeslam también debía volarse pero acabó huyendo a Bélgica, porque, según los investigadores, su cinturón de explosivos era defectuoso.