Veinte sospechosos enfrentan juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en la sala Bataclan, en seis cafés y restaurantes de París y en el Estadio de Francia, que causaron 130 muertos y más de 400 heridos. Entre las víctimas fatales, se cuentan a tres chilenos.

La apertura del proceso por el presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, está programada en el viejo Palacio de Justicia de París, a unos cientos de metros de la catedral Nôtre Dame. En torno al edificio se han establecido unas medidas de seguridad draconianas porque los servicios secretos consideran que el riesgo terrorista sigue siendo elevado en Francia.

Las fuerzas de seguridad han establecido un perímetro de seguridad con controles de identidad sistemáticos en su interior y la interrupción del tráfico rodado en las calles circundantes.

Las tres jornadas del proceso de esta semana se van a dedicar a la presentación de los encausados y a la organización de las audiencias, con la convocatoria de las víctimas que se han constituido en acusación particular (lo han hecho ya 1.800) y las que todavía lo podrían hacer.

Recordemos que en este hecho de sangre, tres chilenos perdieron la vida. Se trata de Patricia San Martín, sobrina del entonces embajador de Chile en México, Ricardo Núñez; su hija nacida en Francia, Elsa Veronique Delplace; además del músico Luis Felipe Zschoche Valle.

Sumario con alrededor de un millón de folios

También a la lectura de un resumen de un sumario en el que se han acumulado 542 tomos con alrededor de un millón de páginas. Habrá que esperar al lunes próximo para que comparezcan los primeros testigos, investigadores de la policía y de los servicios antiterroristas.

Luego se sucederán durante cinco semanas los testimonios de supervivientes antes de que, en noviembre, den cuenta de su actuación responsables políticos, empezando por el entonces presidente del país, François Hollande, y el que era su ministro del Interior, Bernard Cazeneuve.

En diciembre será el turno de familiares de algunos de los terroristas que se suicidaron mientras cometían los ataques o que fueron abatidos por las fuerzas del orden. Entre enero y marzo llegará el de los que van a comparecer durante estos nueve meses ante el tribunal, incluido Salah Abdeslam, el que despierta más atención porque es el único miembro de los comandos que sigue vivo.

Estarán ausentes otros seis, cinco de los cuales se presume que están muertos, como Oussama Atar, al que los instructores consideran el que ordenó los atentados y el único que, en consecuencia, está inculpado por el cargo de dirección de una organización terrorista.

El mayor sindicado habría muerto en bombardeo contra EI

Oussama Atar, que se cree muerto desde 2017 en un bombardeo de la coalición internacional que opera en Siria e Irak contra el Estado Islámico, se enfrenta teóricamente a una pena de cadena perpetua.

También podría caerles esa condena a otros diez acusados. El sirio Omar Darif es el único acusado que en principio está vivo y no está a disposición del tribunal, en un juicio que difícilmente podrá cubrir todas las esperanzas que han puesto las víctimas y sus familiares.

En cualquier caso, la Justicia francesa ha puesto medios sin precedentes, empezando por la construcción de una sala de audiencias especial con capacidad para 550 personas en la que excepcionalmente se grabará para la historia todo el proceso (la toma de imágenes está estrictamente prohibidas en los juicios en Francia).

A eso se añade una sala de retransmisión para la prensa (hay 141 medios acreditados) y otras once para las partes civiles, lo que significa que unas 2.000 personas podrán seguir en directo los debates en el interior del Palacio de Justicia.

Además, se ha creado una radio web para que las víctimas y sus familiares, con unos códigos confidenciales, puedan escucharlos desde cualquier sitio donde se encuentren.