El opositor crítico del Kremlin, Alexei Navalny, concedió su primera entrevista desde la cárcel rusa en la que está recluido, a la que comparó con un campo de trabajo forzado chino al señalar que está obligado a ver ocho horas al día de la televisión estatal de Rusia.

Navalny dijo al diario estadounidense The New York Times que los días de trabajo pesado en los gulags soviéticos ya terminaron, pero fueron reemplazados por lo que él llamó la “violencia psicológica” del lavado de cerebro y la propaganda.

“Imagínese a hombres musculosos, tatuados y con dientes de acero, peleándose a cuchillo para quedarse con el mejor catre junto a la ventana”, dijo Navalny en la entrevista publicada el miércoles y concedida desde la colonia penitenciaria de máxima seguridad en Pokrov, 100 kilómetros al este de Moscú.

El activista, quien construyó su carrera política denunciando la corrupción en Rusia, prosiguió con la comparación: “Debe imaginarse algo parecido a un campo de trabajo chino, donde todo el mundo marcha en fila y en el que hay cámaras de video colgadas por todas partes. Hay un control constante y ser soplón es parte de una cultura”.

Añadió que los guardias los vigilan mientras ven horas y horas de propaganda estatal, sin permitirles leer o escribir y despertando a los reclusos que se queden dormidos.

Pero Navalny seguía siendo optimista sobre el futuro del régimen de Vladimir Putin, insistiendo en que un día acabará.

“Tarde o temprano, este error se arreglará y Rusia recorrerá una vía de desarrollo democrática y europea. Simplemente porque eso es lo que quiere el pueblo”, sentenció.

También repitió las críticas a los gobiernos de Estados Unidos y Europa por las sanciones impuestas a Rusia, que, según dijo, perjudican al pueblo ruso y no a los gobernantes.

Navalny no ha permanecido en silencio desde su encarcelamiento en marzo, puesto que publicó una carta abierta desde la prisión y gestionó varias publicaciones en las redes sociales, pero la entrevista con el The New York Times fue la primera que concede desde su encarcelamiento.

Jefe del principal partido de oposición ruso, Navalny fue trasladado en coma a un hospital de Berlín en agosto de 2020 tras un envenenamiento en Rusia que él atribuye al Kremlin.

Pasó casi seis meses recuperándose en Alemania y fue arrestado en enero al regresar a Rusia. Desde entonces ha estado encarcelado y Washington exige su liberación.

El Kremlin niega haber envenenado a Navalny y ha mantenido que su condena a prisión no es política. Este mes se le acusó de nuevos delitos que podrían prolongar su estancia en la cárcel durante tres años.

Si se le declara culpable, recién podría salir en libertad después de 2024, año en que está previsto que Rusia celebre elecciones presidenciales.