El Gobierno letón declaró este martes el estado de emergencia en las regiones de su frontera con Bielorrusia, lo que permite que las fuerzas de seguridad lleven a cabo devoluciones en caliente, con violencia si es necesario, ante la creciente llegada de migrantes propiciada por el país vecino.
El estado de emergencia permite también a las fuerzas de seguridad no aceptar ninguna petición de asilo o de protección por razones humanitarias.
En los últimos días se ha detenido por cruzar irregularmente esta frontera a 283 personas, según el Servicio fronterizo letón.
Lituania ha enviado a soldados y guardas fronterizos a los puntos por donde están llegando más migrantes. Les ha disuadido de cruzar la frontera mediante altavoces y en varios idiomas.
La medida es similar a la adoptada recientemente por la vecina Lituania, adonde han llegado unas 4.000 personas de forma irregular.
El país ha autorizado a sus fuerzas de seguridad a evitar la llegada de migrantes desde Bielorrusia. Incluso las controvertidas devoluciones en caliente, una “zona gris” del derecho humanitario internacional.
La ministra de Interior, Marija Golubeva, indicó que hay precedentes de devoluciones similares de migrantes en la Unión Europea.
La autoridad citó el caso de España e indicó que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que esta actuación había sido legal.
La llegada de migrantes irregulares a los dos países bálticos se ha disparado en las últimas semanas y se entiende como una estrategia deliberada de guerra híbrida por parte del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, para vengar a los Estados vecinos que más están apoyando a los oposición democrática en su país.
Letonia y Lituania han sido los propulsores en el seno de la Unión Europea de las sanciones a Minsk por la represión violenta de los manifestantes prodemocráticos y las detenciones de opositores políticos.