Fueron imágenes aterradoras que, para muchos alemanes, serán difíciles de olvidar. Casas, calles y pueblos arrasados por las poderosas inundaciones que este julio afectaron principalmente el occidente de Alemania y dejaron más de 170 muertos.
La canciller Angela Merkel, en su visita a la zona, afirmó que el idioma alemán apenas conocía palabras para describir la destrucción.
Explicó que Alemania debía reforzar su lucha contra el cambio climático y prometió ayudar a las víctimas con un paquete que, como se reveló días más tarde, alcanza inicialmente los 400 millones de euros.
Para Merkel, quien durante sus casi 16 años al frente de la nación ha tenido que sortear una crisis tras otra, incluida la del covid-19, las inundaciones llegan a dos meses de que se realicen los comicios federales que marcarán el final de su era.
De ahí que para los alemanes la pregunta fundamental ya no esté relacionada tanto con el desempeño de la canciller saliente, sino más bien con el panorama a futuro.
Es decir, cómo la catástrofe afectará la carrera para sucederla y qué revela sobre el liderazgo de los principales candidatos, en especial los representantes de los dos partidos que lideran las encuestas.
Los conservadores y una carcajada problemática
El enfoque está puesto de manera particular en Armin Laschet, un político con muchos puestos.
Laschet es el líder de Renania del Norte-Westfalia, la región más poblada de Alemania y también una de las más afectadas por la tragedia.
Laschet es además el presidente del partido de Merkel, la formación Unión Cristianodemócrata (CDU), y es el candidato con mayor probabilidad de sucederla.
Ya antes de la crisis, la CDU lideraba las encuestas en intención de voto, con alrededor del 28%, 8 puntos porcentuales más que el Partido Verde y 13 más que los socialdemócratas.
Las más recientes encuestas, luego de las inundaciones, no parecen haber cambiado radicalmente este escenario.
En una visita a la zona del desastre, Laschet fue captado riéndose profusamente en el fondo mientras el presidente Frank-Walter Steinmeier hablaba sobre un momento de dificultad para la nación.
Laschet reconoció poco después que su reacción había sido inapropiada, pero el daño ya estaba hecho. Por un lado, se señaló el marcado contraste con Merkel, quien durante su Gobierno mantuvo control casi absoluto de sus emociones.
Por otro lado, le llovieron los comentarios negativos. Fue acusado de falta de respeto y de comportamiento indigno y poco profesional, especialmente para el cargo al cual aspira.
Una encuesta reciente reveló que solo el 17% de los ciudadanos confía en que Laschet saque las debidas conclusiones de la catástrofe. Y en otra, el 57% valoró negativamente su gestión de la crisis.
Estas encuestas son un retrato del momento y aún queda suficiente tiempo para determinar si Laschet puede revertir su desliz. No obstante, su carcajada fuera de lugar no cayó bien entre los alemanes.
Los Verdes y su enfoque climático
Tal desliz podría ser aprovechado por Annalena Baerbock, la candidata a canciller del Partido Verde.
Los Verdes ocupan el segundo lugar en las encuestas de intención de voto, pero tras las inundaciones enfrentan dos dilemas. Porque están bajo presión para ratificar sus credenciales como el partido con las mejores competencias en temas climáticos.
Estos han sido su principal bandera política durante años, son una de las razones por las cuales ha crecido su perfil a nivel nacional.
Pero, su segundo dilema, es evitar ser vistos como un partido que, para lograr réditos políticos, se aprovecha de lo que ellos mismos describieron como “una de las peores catástrofes naturales de la historia alemana”.
Luego de las crecidas, Baerbock y Los Verdes han abogado por más acción climática y, sobre todo, por un cambio con respecto a las políticas que ha defendido el Gobierno de Merkel.
Pero Baerbock, similar a Laschet, también ha perdido puntos por deslices políticos desde que anunció su intención de ocupar la cancillería, y su imagen tampoco despega. De hecho, el 46% evalúa como negativo su comportamiento durante la crisis, mientras apenas el 22% lo ve con buenos ojos.
Además, solo el 14% de los alemanes la elegiría si pudiera votar directamente por ella. Por Laschet votaría el 15%, mientras el 21% lo haría por Olaf Scholz, el actual vicecanciller y candidato de los socialdemócratas.
Más revelador aún es que el 38% no votaría por ninguno de los tres.