La visita de despedida de la saliente canciller alemana Angela Merkel a la Casa Blanca se vio ensombrecida el jueves por las mortales inundaciones en su país y por el persistente desacuerdo con sus anfitriones estadounidenses sobre el gasoducto ruso Nord Stream 2.
A pesar de la insistencia del gobierno del presidente Joe Biden en que se trató de una “visita de trabajo”, la estancia de un día de Merkel en la Casa Blanca tuvo las características de una despedida de una de las figuras políticas clave de Europa.
“Quiero dedicar un momento a reconocer el carácter histórico de su cancillería: la primera mujer canciller en la historia de Alemania, la primera canciller de la antigua Alemania del Este”, dijo Biden en una rueda de prensa conjunta.
“La canciller Merkel ha estado aquí con frecuencia en los últimos 16 años. De hecho, conoce el Despacho Oval tan bien como yo”, bromeó el mandatario, señalando que la dirigente alemana ha tratado con cuatro presidentes estadounidenses.
Merkel, que dejará el cargo en septiembre, llamó a su anfitrión “querido Joe”.
Más temprano, en una reunión con Biden en el Despacho Oval, Merkel saludó su “amistad” con Estados Unidos y su contribución “a una Alemania libre y democrática”.
Sin embargo, el encuentro se enfrió tras la noticia de las catastróficas inundaciones que han causado la muerte de al menos 59 personas en Alemania y nueve en Bélgica, así como la desaparición de numerosas personas.
Merkel lo calificó como un día “caracterizado por el miedo, por la desesperación, por el sufrimiento, y cientos de miles de personas se enfrentaron de repente a la catástrofe”.
“Mi empatía y mi corazón están con todos aquellos que en esta catástrofe perdieron a sus seres queridos, o que todavía se preocupan por el destino de las personas que siguen desaparecidas”, dijo.
Por su parte, Biden comenzó sus declaraciones en la rueda de prensa expresando sus “sinceras condolencias” por la “tragedia”.
El gasoducto ruso de la discordia
La jornada comenzó con un desayuno en la residencia de la vicepresidenta, Kamala Harris, quien calificó la carrera de su invitada de “extraordinaria”.
Más tarde, pasó de la rueda de prensa a una cena en la Casa Blanca en la que participaron algunos invitados de renombre de administraciones anteriores con las que la dirigente alemana trabajó, como Hillary Clinton y Colin Powell.
Pero a pesar de todas las declaraciones de admiración mutua, Merkel dejará Estados Unidos sin avanzar en la controvertida cuestión del gasoducto ruso Nord Stream 2.
Este enorme gasoducto está destinado a transportar el gas natural ruso hacia Alemania, la mayor economía de Europa.
Pero el gasoducto no solo no pasará por Ucrania – lo que hace temer que Rusia esté debilitando deliberadamente la economía de su vecino – sino que el proyecto subraya la dependencia energética europea de un Moscú cada vez más hostil.
A pesar de las fuertes críticas al gasoducto, Biden renunció en mayo a las principales sanciones de Estados Unidos a Nord Stream 2 tras concluir que era demasiado tarde para detener el proyecto y que era mejor buscar la cooperación con Alemania.
Biden volvió a reconocer que la cuestión sigue sin resolverse, al tiempo que insistió en que Estados Unidos y Alemania están en la misma línea en lo que respecta a las amenazas de Rusia.
“Aunque reiteré mis preocupaciones sobre Nord Stream 2, la canciller Merkel y yo estamos absolutamente unidos en nuestra convicción de que no debe permitirse a Rusia usar a la energía como arma para coaccionar o amenazar a sus vecinos”, sostuvo Biden.
Merkel afirmó que Ucrania, que ya ha perdido franjas de territorio a manos de los soldados rusos y de los insurgentes respaldados por Rusia, no sufrirá con la desviación del Nord Stream 2.
“Ciertamente no se trata de un proyecto para sustituir cualquier tipo de tránsito a través de Ucrania”, dijo, sin especificar qué tipo de consecuencias enfrentaría Rusia si llega a utilizar su red energética en detrimento de Ucrania.
Biden invitó al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a la Casa Blanca a finales de este verano boreal.