La líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, fue reelegida sin sorpresa el domingo para un cuarto mandato como presidenta de su partido, la Agrupación Nacional, durante un Congreso en el que busca tomar impulso para las presidenciales de 2022.
La formación RN, en sus siglas en francés, parecía destinada a ganar terreno en las elecciones regionales del mes pasado, pero se quedó titubeante tras no ganar en ninguna de las 13 regiones de Francia continental.
Estos resultados levantaron dudas sobre la estrategia de Le Pen de limpiar la imagen de la formación y posicionarse más como un partido convencional de derecha.
No obstante, la actual presidenta no encontró oposición en el congreso del partido en Perpiñán (sur) y fue la única candidata para el cargo, que debería dejar temporalmente a finales de este año para dedicarse a las elecciones presidenciales francesas de 2022.
Según los resultados de la votación escrutada el jueves y anunciados el domingo, la líder ultraderechista, que dirige la formación desde 2011, fue elegida con el 98,35% de los votos de los afiliados.
Los militantes también votaron la composición del llamado Consejo Nacional (una especie de parlamento del partido) y el candidato que resultó elegido con más votos fue el número dos de la formación, Jordan Bardella.
De hecho, será este joven de 25 años, protegido de Le Pen, quien la reemplace interinamente durante doce meses mientras ella se concentra en las elecciones presidenciales de abril de 2022.
El sábado, los militantes habían aprobado una reforma de los estatutos que permitía precisamente una presidencia temporal del RN durante 12 meses en caso de campaña presidencial.
“Extremadamente combativa”
En declaraciones a la prensa, Le Pen, de 52 años, aseguró que se sentía “extremadamente combativa” para su tercer intento de alcanzar la presidencia francesa.
“No tengo dudas sobre lo que se tiene que hacer para Francia”, dijo Le Pen.
Las encuestas muestran un nuevo duelo entre la líder ultraderechista y el presidente centrista, Emmanuel Macron, que la superó claramente en la segunda vuelta de las elecciones de 2017.
Pero las elecciones regionales han hecho tambalear ese escenario. Las aspiraciones de Le Pen se vieron frustradas, pero también las de Macron, cuyo partido República en Marcha cosechó el peor resultados entre las principales formaciones.
En cambio, los ganadores de los comicios fueron los partidos tradicionales de derecha e izquierda, los Republicanos y los Socialistas, que fueron aplastados por el fenómeno Macron en 2017 y ahora parecen recuperar terreno.
Tanto el presidente como Le Pen han restado importancia a este revés, argumentando que las elecciones regionales no sirven para predecir los resultados nacionales.
Los últimos sondeos muestran que ambos pasarían a la segunda ronda de las presidenciales, en la que Macron ganaría por buen margen a Le Pen.
Aun así, la emergencia de un candidato fuerte en la derecha tradicional podría suponer un dolor de cabeza tanto para el presidente centrista como para la aspirante ultraderechista.