España y Marruecos entraron hoy en su mayor crisis diplomática en los últimos veinte años, tras la entrada en Ceuta de casi 8.000 emigrantes irregulares.
Esto, por una llamada a consultas por parte de Rabat de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich.
Benyaich fue llamada poco antes a la sede del ministerio de Exteriores en Madrid, donde la ministra Arancha González-Laya le expresó su “rechazo” por la entrada masiva de migrantes a Ceuta.
Ninguna fuente en Marruecos dio explicaciones sobre la avalancha de emigrantes en Ceuta, inédita en la historia de España.
Oleada migratoria
La oleada migratoria se produce en medio del descontento y enfado marroquí por la hospitalización en España del secretario general, Brahim Ghali.
El malestar de Marruecos ha aumentado ante las “razones humanitarias” invocadas por España para aceptar la presencia de Ghali.
Primero fue una convocatoria del embajador. Luego vinieron dos comunicados inusualmente duros con España, el último de ellos el 8 de mayo advirtiendo a Madrid de que no debía “minimizar” las consecuencias de haber acogido a Ghali.
El ministro de Exteriores Naser Burita recordó a España que las relaciones bilaterales no pueden ser “a la carta”, óptimas en ámbitos como la emigración y el terrorismo y opacas en lo referente al tema del Sáhara. “¿Quiere España sacrificar su relación con Marruecos por el caso Ghali”, se preguntó Burita.
Marruecos también insistió estas últimas semanas en que la Justicia española debe actuar ante las denuncias contra Ghali por “genocidio” y “torturas”.
Hoy el juez Santiago Pedraz, encargado del caso, rechazó imponer medidas cautelares contra él, por lo que podría salir del país.
Tensión entre Rabat y Madrid
Una situación de tal tensión entre Rabat y Madrid no se vivía desde 2007.
En ese entonces Marruecos llamó a su entonces embajador en España, Omar Azziman, a consultas en protesta. Esto, por el anuncio de la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla.
Aquella crisis no duró mucho y habría que remontarse a la “crisis de la isla de Perejil” de 2002 para encontrar un ambiente tan enrarecido.
No está claro si la visita excepcional del presidente Pedro Sánchez a la ciudad de Ceuta, que irá seguida por otra a Melilla, creará también algún malestar en Rabat, que mantiene las fronteras terrestres con ambas ciudades cerradas desde marzo de 2020 y sin ninguna perspectiva de reapertura.
En la tarde del martes cientos de personas, en su gran mayoría marroquíes, seguían agolpados frente la valla de Castillejos con la intención de llegar a Ceuta, como hicieron en horas previas otras 8.000 que lograron pasar sin ninguna dificultad, aunque la mitad ya han sido devueltos a Marruecos.