Espías rusos, explosiones en un polvorín checo, la guerra en Ucrania y el envenenamiento con Novichok de un traficante de armas búlgaro. Estos son los ingredientes de la trama que ha tensado la relación entre República Checa y Rusia, con la expulsión mutua de decenas de diplomáticos.
El 16 de octubre de 2014, una enorme explosión destruyó un depósito con 50 toneladas de munición y mató a dos trabajadores en el este de República Checa.
Unos dos meses después otra afectó un polvorín cercano, con 100 toneladas de munición. La policía abrió una investigación pero ambos sucesos cayeron pronto en el olvido porque parecieron accidentales.
Aquellas explosiones han cobrado una enorme importancia ahora porque el Gobierno checo las relaciona con la inteligencia militar rusa (GRU) y, de forma específica, con una unidad de elite, la 29155, a la que se vincula con otros actos criminales en Europa.
“Hay pruebas irrefutables sobre la participación de oficiales del servicio de inteligencia ruso GRU en la explosión del depósito de municiones”, dijo el primer ministro, Andrej Babis, en una inusual conferencia de prensa a última hora del sábado pasado.
Armas para Ucrania
Según Praga, en los depósitos de armas había municiones destinadas a Ucrania, que afronta desde 2014 una insurrección armada en el Este el país por parte de milicias apoyadas por Rusia.
Los agentes del GRU habrían colocado detonadores para hacer estallar la munición y evitar así que llegase a Ucrania.
El Kremlin ha negado todas las acusaciones como “infundadas” y considera que la actitud de la República Checa es “destructiva” para las relaciones entre Moscú y Praga.
Del caso Skrypal…
Coincidiendo con la rueda de prensa, la policía checa emitió una orden de búsqueda y captura contra dos agentes rusos identificados como Anatoli Chepiga y Alexander Mishkin, y difundió sus fotografías.
Esos dos miembros de la unidad 29155 entraron en el país con pasaporte falso en octubre de 2014 y participaron en las explosiones, según la policía checa.
Chepiga y Mishkin son también los principales sospechosos del intento de asesinato en 2018 en Reino Unido del exespía ruso Sergei Skripal y de su hija Yulia con el agente tóxico Novichock.
…a la conexión búlgara
Con sus revelaciones, las autoridades checas no sólo trazaron una relación con la guerra en Ucrania, sino con un misterioso envenenamiento con un agente similar al Novichok seis meses después en Sofía, la capital búlgara, que casi acabó con la vida del traficante de armas Emilian Gebrev.
Pese a que Gebrev había negado hasta ahora tener armamento en el polvorín checo, el martes su empresa confirmó que sí lo tenía y calificó lo sucedido como un “acto terrorista”.
La empresa de Gebrev, en cualquier caso, afirma que no iba a vender ese material a Ucrania y calificó de “inexactas” las declaraciones de las autoridades.
Medio año después de las explosiones en República Checa, a finales de abril de 2015, Gebrev fue trasladado a urgencias después de cenar en un lujoso restaurante de Sofía. Su hijo y otro ejecutivo de su empresa también enfermaron.
Gebrev logró recuperarse después de estar en coma, pero la policía no logró aclarar lo sucedido. Tuvieron que pasar tres años y el envenenamiento de los Skripal en Reino Unido para atar cabos.
Con ayuda de la inteligencia de EE.UU. y Reino Unido, los investigadores búlgaros concluyeron que alguien había puesto un veneno similar al Novichok en la manilla del coche de Gebrev.
La Fiscalía búlgara anunció en 2019 que los sospechosos eran agentes del GRU, incluido el general que supuestamente supervisó al equipo que intentó matar a los Skripal.
En enero de 2020, la Fiscalía búlgara presentó cargos en ausencia contra tres agentes rusos por su presunto papel en el intento de asesinato de Gebrev, aunque meses después la investigación se suspendió.
Las autoridades búlgaras subrayan que no se ha cerrado la investigación y que se puede reactivar si hay datos nuevos.
El propio Gebrev declaró a medios búlgaros en 2020 que el motivo por el que quisieron matarlo pudo ser que su empresa había suministrado armas al ejército ucraniano en 2014 y 2015.
Su empresa pidió esta semana que lo sucedido en República Checa impulse “la investigación del acto terrorista”.
Relaciones difíciles
Estas revelaciones han generado más tensión en unas relaciones entre la República Checa y Rusia que no pasaban por su mejor momento.
A principio de 2020 el Ayuntamiento de Praga desmanteló las estatua de un héroe ruso de la II Guerra Mundial y puso el nombre del opositor asesinado Boris Nemtsov a la plaza situada frente a la embajada de Rusia.
La contrainteligencia checa alerta desde hace años de que es excesivo que haya 135 funcionarios (reducidos ahora a 117) en la legación diplomática rusa en Praga, casi el doble de la de EE. UU. y cuatro veces más que la de China, y afirma que parte de ellos realizan tareas de espionaje.
También ha demandado que no se permita a empresas rusas y chinas participar en licitaciones estatales porque suponen un peligro estratégico para el país centroeuropeo.
Esta semana el Gobierno checo vetó a la empresa estatal rusa Rosatom del concurso para ampliar una central nuclear en la República Checa, para reducir cualquier dependencia de Moscú.