El expresidente francés Nicolas Sarkozy fue declarado culpable de corrupción y tráfico de influencias, y condenado a 3 años de cárcel, uno de ellos firme, por el primero de estos cargos.
El tribunal de París dictaminó que hubo un “pacto de corrupción” entre el mandatario de 66 años, su abogado habitual Thierry Herzog y el exmagistrado Gilbert Azibert. La corte condenó, además, a una pena similar a Herzog, a quien impuso además cinco años de inhabilitación para ejercer la abogacía, y a Azibert.
Este veredicto le convierte en el primer exinquilino del Elíseo en ser sentenciado a una pena de cárcel.
Sarkozy enfrenta a la justicia por haber intentado sobornar, junto con Herzog, a Azibert cuando éste era juez del Tribunal Supremo, con un puesto muy codiciado a cambio de información privilegiada sobre un proceso.
Según la acusación, el exmandatario buscaba obtener informaciones cubiertas por el secreto profesional e influir en las diligencias abiertas ante la alta jurisdicción relacionada con el denominado caso Bettencourt, sobreseído a finales de 2013.
A cambio, habría ofrecido a Azibert su ayuda para obtener un puesto de prestigio al que éste aspiraba en Mónaco, aunque nunca lo obtuvo.
Esas actuaciones salieron a la luz en unas conversaciones telefónicas intervenidas por la policía en 2014 entre Sarkozy y su abogado, en la que se desprendía que habían contactado a Azibert, entonces miembro del Tribunal Supremo, para obtener información en otra causa abierta contra el expresidente a cambio de ayudar al magistrado a lograr un puesto en Mónaco.
La sentencia recoge la “particular gravedad” del delito cometido por Sarkozy por su condición de expresidente, que “se sirvió de su cargo y de sus relaciones” para “su interés personal”, lo que llena de descrédito un cargo que, por la Constitución, le otorga el poder de equilibrio de la justicia.
Además, recoge el veredicto, Sarkozy tenía que conocer las infracciones cometidas por su condición de abogado de formación.
También fue muy duro contra Herzog, uno de los más reputados abogados de París, y contra Azibert, a quien acusó de “desacreditar una profesión cuya función es básica en la democracia”.
La histórica condena a Sarkozy, que puede apelar la sentencia, se produce dos semanas antes de que se abra otro proceso en el que está implicado el expresidente, el de las presuntas irregularidades sobre la financiación de su campaña para las elecciones presidenciales de 2012.