Las empresas británicas no esperaban encontrarse con tantas trabas administrativas y logísticas tras hacerse efectiva la salida de la UE.
El puerto de Hook of Holland, en Países Bajos, dice más sobre el “brexit” que muchos de los posicionamientos políticos de los últimos meses. Un oficial de aduanas inspecciona un pequeño paquete de uno de los automóviles británicos. Contiene bocadillos de jamón envueltos en papel de aluminio.
“Ya no está permitido que entre con alimentos como carne, verduras, pescados o productos similares en la Unión Europea”, explica al sorprendido conductor. El viajero pregunta si, ya que tiene que dejar el jamón, puede al menos conservar el pan con mantequilla. “No, queda todo confiscado”, dice el oficial. “Bienvenido al ‘brexit’, lo siento”.
¿Consecuencias inesperadas?
Desde la semana pasada, los medios de comunicación británicos no han parado de reportar sobre las supuestas consecuencias inesperadas del acuerdo de salida de la UE. El Daily Mail lamentó la “bucrocracia del ‘brexit’ en los puertos” y mostró estantes de supermercado vacíos en los que faltaban ensaladas, coliflores o naranjas.
Desde París, la cadena de supermercados Marks&Spencer anunció problemas de su sección de alimentos, pues ya no pueden exportar sus alimentos a la UE. Mientras tanto, las asociaciones de fabricantes fueron a los estudios de televisión británicos a pedir una renegociación con la UE.
El ministro responsable, Michael Gove, advirtió que para las próximas semanas se esperan “perturbaciones significativas en las fronteras”, cuando se acumulen más camiones a lo largo de más controles.
Los puertos de mercancías como el de Calais, en el norte de Francia, han registrado desde el comienzo del nuevo año solo un 25% del tráfico habitual. Una vez se finalice el almacenamiento y el tráfico vuelva a sus niveles normales, es de esperar que se produzcan problemas.
Solo es “la punta del iceberg”
La Policía francesa ya ha advertido de su intención de tomarse en serio los controles tras finalizar el período de transición. La empresa logística danesa DFDS indicó que a un gran número de camiones se les ha impedido continuar con su trayecto por no tener la documentación correcta.
Hurricane, una empresa especializada en comercio electrónico transfronterizo, aseguró que tanto los compradores como los proveedores entenderán que se produzcan retrasos en la distribución y el reparto como consecuencia de los cambios burocráticos relacionados con el “brexit”.
“En la primera semana y media solo estamos viendo la punta del iceberg”, dijo Martin Palmer, experto de Hurricane. Las empresas que establecieron en el Reino Unido su base de distribución para la UE son aquellas que se han visto más afectadas.
Los pantalones vaqueros de Bangladesh tienen que pasar por las aduanas al ser importados por Reino Unido. Pero las nuevas reglas de origen implican que tienen que volver a declararse si son vendidos en la UE. Al fin y al cabo, ni el 50% de su producción tiene lugar en Reino Unido.
La venta online de moda o productos técnicos puede ya no valer la pena. Incluso la cadena de grandes almacenes John Lewis ha suspendido los envíos a la UE de momento. Lo mismo ha hecho el negocio de tradición Fortnum & Mason en Londres, conocido por sus tés y su mermelada de naranja.
Pesadilla administrativa
Antes de Navidad, el principal responsable fiscal británico reconoció ante la Cámara de los Comunes que los costes adicionales para la economía británica serían de alrededor de 7.000 millones de libras anuales. Más o menos lo mismo que la contribución presupuestaria de Reino Unidos a la UE.
El tránsito de productos implica rellenar declaraciones de aduanas sobre el origen del producto, certificados veterinarios, estándares de producción y mucho más. Las asociaciones empresariales hablan de una pesadilla empresarial y logística.