Los derechos de pesca en aguas británicas bloquearon nuevamente este sábado las conversaciones para un acuerdo comercial posbrexit entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE), por lo que sus negociadores volvieron a darse cita para el domingo.
“Las divergencias siguen siendo las mismas”, indicó una fuente europea al interrumpirse las negociaciones esta jornada.
Ambas partes juegan con el reloj en contra: tan solo quedan diez días para cerrar un acuerdo que evite el caos de una ruptura brutal y el regreso de aranceles y cuotas a ambos lados del Canal de la Mancha.
La pesca representa un peso económico pequeño en la relación comercial entre el Reino Unido y la UE, pero tiene una importancia política y social clave para varios países, en particular Francia y Países Bajos.
En el centro del debate están los 650 millones de euros (800 millones de dólares) en pesca capturados cada año por las flotas europeas en aguas británicas, y la duración del periodo que permitiría a los pescadores europeos adaptarse a las nuevas condiciones.
Bruselas propondría renunciar a cerca del 20% de ese monto en un periodo de siete años. Los británicos reivindican 60% en un plazo de adaptación de tres años, según fuentes europeas. “Es una cuestión de números ahora”, dijo un diplomático europeo.
El negociador europeo, el francés Michel Barnier, ha consultado con los países que comparten los ricos caladeros británicos para intentar encontrar una salida, añadió la fuente.
La Alianza de Pescadores Europea alertó sobre un acuerdo que podría significar “la muerte de gran parte de una industria que ha contribuido tanto a hacer vivir las comunidades pesqueras de nueve estados miembros” de la UE.
Domingo por la noche
Por su parte, el Parlamento Europeo insiste en que quiere un acuerdo de aquí a la medianoche de mañana domingo (20:00 horas en Chile) para examinarlo, ratificarlo y que pueda entrar en vigor el 1 de enero.
Sin embargo, el secretario de Estado francés para los Asuntos Europeos, Clément Beaune, no descartó que estas negociaciones se prolonguen más allá del domingo.
No se va a “sacrificar todo” por ser domingo por la noche, dijo en la emisora France Inter. “Están en juego sectores enteros, como la pesca, como las condiciones de competencia para nuestras empresas”, agregó.
Un acuerdo alcanzado en los últimos días de diciembre podría entrar en vigor de forma provisional, una opción con la que parece que están de acuerdo los países miembros, pero a la que se opone el Parlamento.
Los otros temas que bloquean las negociaciones – normas de competencia y el futuro mecanismo de solución de controversias – parece que se van solventando poco a poco.
La UE se niega a tener a sus puertas una economía sin regulación que se libraría a la competencia desleal hacia sus empresas, sin respetar las normas medioambientales, sociales, fiscales o su estricto régimen de ayudas públicas.
El tiempo apremia más que nunca. Sin un tratado de libre comercio, a partir del 1 de enero las relaciones entre el Reino Unido y la UE se regirán por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un escenario de consecuencias económicas imprevisibles que conlleva aranceles y cuotas.
A ambos lados del Canal de la Mancha se preparan para el regreso de los controles arancelarios, pero un informe del parlamento británico advirtió que la preparación es insuficiente en el Reino Unido, por lo que podrían producirse perturbaciones en los puertos y a nivel de la seguridad.