Los pronósticos son afirmaciones que, a menudo, quedan sin definirse, ya que el futuro es difícil de predecir. En el caso del divorcio de la Unión Europea impulsado con fuerza por Londres, por ahora lo que queda claro que, si para finales de 2020 no se llega a un acuerdo válido sobre el “brexit”, entonces para ambos socios comerciales regirán las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Es decir, que habrá controles en las fronteras y una gran cantidad de nuevos gastos.

Debido a lo incierto de los pronósticos, en este momento se habla mucho sobre controles y estatus, que deben ser vistos como indicio de lo que podría amenazar a partir del 1 de enero de 2021 a las 00:01, si es que todavía no se logra un acuerdo sobre el “brexit” entre Londres y Bruselas.

A finales de noviembre, tanto los británicos como el resto de los europeos pudieron constatar el peligro que se cierne sobre el comercio conjunto: Calais, del lado francés, inició una serie de pruebas para los controles que regirían a partir del 1º de enero, y en Dover, del lado británico, se produjo un atasco de camiones cinco kilómetros.

También el gobierno de Londres parte de que, a partir del 1 de enero, podrían quedar atascados hasta 7.000 camiones antes de llegar a Dover.

Aumento de aranceles aduaneros

Ese atasco es una imagen que refleja lo que producirían los nuevos costos de aduana que se aplicarían a los productos, de regir las normas de la OMC: en promedio, se prevé un aumento del 3,1 por ciento en los aranceles y de un 1,4 por ciento en los “obstáculos no tarifarios”, según estimaciones de Oxford Economics. Del otro lado también habría, en total, un aumento aduanero del 3,3 por ciento. Pero hay grandes diferencias ocultas detrás de eso: los aranceles para automóviles y productos agrícolas subirían hasta un 10 por ciento más, y para los productos lácteos, incluso hasta un 36 por ciento.

El sector financiero quedó excluido de las conversaciones sobre libre comercio entre Londres y Bruselas. Sin el parqué londinense, las finanzas de este lado del Canal de la Mancha sufrirán dificultades. Al menos esa es la opinión que parece prevalecer en la Unión Europea.

Pero, independientemente del sector financiero, también hay muchas otras cosas en juego entre ambas partes. En 2019, la circulación de mercancías entre Gran Bretaña y la UE fue de un volumen de 500.000 millones de euros. Las exportaciones alemanas a la isla registraron un valor de casi 79.000 millones de euros. A todo esto, Gran Bretaña ya había pasado, hace cuatro años, de ocupar el tercer lugar entre los socios comerciales más importantes de Alemania, a un quinto lugar, una consecuencia del “brexit” previa a su concreción.

Y eso parece que seguirá así, al menos es lo que predicen los observadores. Por lo tanto, sorprende la dureza del gobierno de Boris Johnson en las negociaciones en curso, que se convierten cada vez más en una partida de póker, ya que la industria británica depende mucho más de las cadenas internacionales de suministro que al revés.

Según un estudio del instituto alemán de economía Ifo, de Múnich, la industria británica importa gran cantidad de productos de la UE, sin que haya otras alternativas en vista hasta ahora. También por eso, Gran Bretaña está amenazada de sufrir un aumento de precios.

Hasta los paraguas aumentarían de precio

La agencia crediticia Euler Hermes se refiere a aumentos de hasta un 15% en los precios de las importaciones. La inflación podría elevarse a un cinco por ciento el próximo año, y la libra podría devaluarse en un 10%.

Como consecuencia, según asegura el diario alemán de masas Bild, hasta los paraguas podrían encarecerse en Gran Bretaña. Esa es otra de las especulaciones que se difunden acerca del futuro de la isla, en base a los duros efectos que tendría el “brexit” en la economía.

Sea como fuere, en algo coinciden los observadores, al menos los que no son partidarios de Boris Johnson: las consecuencias de un “brexit” duro serían más duras para los británicos que para el resto de la UE, y también los costos serían mayores para ellos.

Luego del primer shock que produjo el referéndum sobre el “brexit”, hace cuatro años, entretanto, “ya todos están más relajados”, dijo Marc Tenbieg, de la Asociación Alemana de Pequeñas y Medianas Empresas (DMB), al periódico Die Welt. “Partimos de un ‘brexit’ duro”, señaló Tenbieg, añadiendo que las empresas alemanas están preparadas.

Pero del lado británico no puede hablarse precisamente de “tranquilidad”. La crisis del coronavirus, que golpea duramente al Reino Unido, no lo permite.

La economía británica se contraerá este año en un 11,3%, según la Oficina de Presupuesto (OBR, por sus siglas en inglés) de Londres, una instancia independiente del gobierno. Si se produjera un “brexit” duro, según la OBR, en 2021 la retracción económica sería de más de un 13%.

Más pesimista aún es el pronóstico de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

A mediano plazo, la economía de Gran Bretaña se desarrollaría un 3,5% menos, incluso con un acuerdo de “brexit”, de lo que podría esperarse si ese país permaneciera en la UE. Con una salida de la Unión Europea el 1º de enero de 2021 sin acuerdo, luego de dos años, el crecimiento económico disminuiría incluso en un 5%, prevé la OCDE. Todo eso no hace esperar un buen resultado del “brexit” para los británicos.