El ex jefe de Estado Nicolas Sarkozy será juzgado a partir de este lunes por el caso “Paul Bismuth”, nombre con el que cubrió su identidad. El proceso pasará a la historia judicial de Francia como el primero en sentar al banquillo a un expresidente francés por actos de corrupción.
Sarkozy, que se presume inocente y se defiende de cualquier mala conducta, enfrenta una pena máxima de diez años de prisión y una multa de un millón de euros en el caso. Compartirán el banquillo de los acusados su abogado y amigo íntimo Thierry Herzog y el ex alto magistrado Gilbert Azibert.
Todo comenzó hace siete años con la investigación al ex mandatario de derecha por la presunta financiación ilícita de su campaña presidencial con dineros libios. Entonces, los jueces de instrucción pusieron al ex jefe de Estado francés, así como a sus ex ministros Claude Guéant y Brice Hortefeux, bajo escuchas telefónicas.
Tres meses después, los investigadores se percataron que el locuaz Nicolas Sarkozy se había vuelto muy cauteloso al teléfono luego de que la prensa diera a conocer una llamada en la que el jefe de la policía judicial parisina, Christian Flaesch, alertaba al ex ministro del interior, Brice Hortefeux, sobre cuestiones relacionadas con el caso libio.
Los investigadores descubrieron, igualmente, que Nicolas Sarkozy y Thierry Herzog, su abogado y amigo íntimo desde hace 30 años, adquirieron teléfonos con tarjeta prepago que no estaban a su nombre para comunicarse discretamente, si no en secreto, y así frustrar la vigilancia judicial.
Una de esas dos líneas fue abierta bajo el nombre de “Paul Bismuth”, con la que Nicolas Sarkozy suplantó su identidad. Las transcripciones de estas conversaciones revelan que el expresidente y su apoderado recibieron del magistrado de la Corte de Casación, Gilbert Aziber, información confidencial sobre procesos judiciales en los que Sarkozy está envuelto y sobre maniobras del mismo Aziber para favorecer al exmandatario en dichas causas.
A cambio de estos “consejos” Gilbert Azibert pidió, según las conversaciones interceptadas, un “pistón” para convertirse en Consejero de Estado en Mónaco tras su retirada del poder judicial, cuyo plazo se acercaba. Un final de carrera que le sería más que cómodo.
Nicolas Sarkozy, su abogado Herzog y el magistrado jubilado Gilbert Azibert compartirán el estrado de los acusados en este caso que, además de corrupción, supone “tráfico de influencias” y “violación del secreto profesional”.
Es el primer juicio a Nicolas Sarkozy, pero no el último. El próximo mes de marzo será el turno para el caso Bygmalion, relacionado con la supuesta financiación ilegal de su campaña presidencial de 2012.
Nicolas Sarkozy también ha sido acusado cuatro veces, en particular por “asociación delictiva” y “corrupción”, en este escándalo que también merece el cuestionamiento legal de todo su círculo íntimo de la derecha francesa (Claude Guéant, Éric Woerth, Thierry Gaubert, Brice Hortefeux).