Un nuevo ataque con cuchillo sacude a Francia, sumándose a otros dos atentados producidos en las últimas semanas. La sensación de amenaza arrecia, así como las voces que piden mano dura contra los islamistas.
Una vez más, Francia está en alerta. El gabinete francés de seguridad se reunió en París y el presidente Macron viajó a Niza para reunirse con las autoridades locales y los familiares de las víctimas del nuevo ataque.
El primer ministro, Jean Castex, declaró el máximo estado de alerta terrorista, lo que confiere a la Policía mayor derecho de intervención.
Christian Estrosi, alcalde conservador de Niza, dijo que existen similitudes entre los sucesos de este jueves y el asesinato del profesor Samuel Paty hace dos semanas en París. Según la Policía, hubo intento de decapitar a las víctimas.
“Que un hombre vaya a una iglesia para cometer un ataque como ese es un acto barbárico y una nueva tragedia para Niza”, ciudad que el 14 de julio de 2016, durante la celebración del Día Nacional de Francia, vivió una masacre en el Boulevard des Anglais, cuando un atacante arrolló una multitud con un camión, dejando 86 víctimas mortales y más de 400 heridos.
“Hay que actuar contra estos islamofascistas”, opina Estrosi y alude a la ira y el duelo de los habitantes de Niza.
No solo esta ciudad, sino toda Francia está amenazada. Para Estrosi, la situación actual es especialmente peligrosa, porque el país se encuentra frágil y crispado tras la entrada en vigor el pasado viernes de la segunda cuarentena por coronavirus. El alcalde ha ordenado cerrar provisionalmente iglesias, mezquitas y guarderías.
Sensación amenazante por todas partes
Desde 2015 el terrorismo islamista ha provocado 271 víctimas mortales, entre ellos niños, sacerdotes y policías en Francia.
El ataque en Niza es el tercero mortal en pocas semanas: a finales de septiembre, un hombre hirió gravemente a dos transeúntes ante la antigua sede de la revista satírica Charlie Hebdo.
A mitad de octubre, la decapitación del profesor Samuel Paty conmocionó a los franceses. El agresor lo escogió como víctima tras una campaña de odio en internet.
Su asesinato supone para muchos franceses un atentado contra los valores de la República y el principio de separación entre Iglesia y Estado.
El ataque en la catedral de Niza tiene un simbolismo similar y hará que se redoblen los llamados a un mayor control de presuntos islamistas. Hace algunos días, Macron llamó en un discurso a abordar de forma más intensa el fenómeno del islamismo violento.
El presidente francés escogió cuidadosamente sus palabras, evitando fórmulas agresivas, e integró un trasfondo histórico y político en su discurso.
Con el reciente atentado en Niza, aumenta la presión sobre Macron, sobre todo del ala política de derechas, que reclama un proceder más duro.
El diputado conservador Eric Ciotti, representante en la Asamblea Nacional de Francia de la región de los Alpes Marítimos, ya habla de una “amenaza descomunal”. Para Ciotti, Francia está en “guerra” con los islamistas y necesita cambios en las leyes que permitan actuar contra presuntos atacantes.
Según él, hasta ahora las leyes los protegen.
El mundo islámico protesta
Macron también ha visto protestas contra su figura en países islámicos, tras decir que su país seguirá respaldando a quienes hagan o exhiban caricaturas de Mahoma luego del asesinato de un profesor, decapitado por hablar del tema en una clase sobre libertad de expresión.
La oleada de malestar entre los musulmanes se desató luego de que el presidente de Francia dijera que “no renunciaremos a las caricaturas” el pasado 21 de octubre, en referencia a los dibujos de Mahoma.
Como consecuencia, masivas protestas se han visto en la Franja de Gaza, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, frente a la embajada gala en Rusia, Irán, Indonesia, Bangladesh, Pakistán y Turquía.
Para los musulmanes, representar a Mahoma es un insulto, pues se trata de un profeta, alguien superior, incognoscible.
Incluso, una caricatura de Macron como si fuera el demonio fue publicada en el periódico conservador iraní Vatan Emrooz, y ha sido adoptada por los manifestantes como un símbolo contra el dirigente occidental.
También se han realizado llamados a boicotear los productos franceses, como una forma de expresar el descontento del mundo musulmán contra las declaraciones de Macron.
Turquía, en particular, fue el primer país que llamó a un boicot contra los productos franceses. Tras la publicación de una caricatura del presidente Recep Erdogan en Charlie Hebdo, el malestar no hizo sino aumentar.