La policía bielorrusa detuvo este domingo a unas 200 personas durante una nueva multitudinaria manifestación de la oposición contra el presidente Alexander Lukashenko, quien prestó juramento en secreto pese a la protestas a las que se enfrenta desde hace semanas.
Desde la elección presidencial del 9 de agosto, decenas de miles de personas salen a las calles cada domingo en Minsk para denunciar la reelección de Lukashenko, que consideran fraudulenta. La movilización no cesa pese a la fuerte represión.
Unas 100.000 personas desfilaron bajo la lluvia en Minsk, constataron periodistas de la AFP, incluido conocidos atletas, una cifra comparable a la de semanas anteriores. El ministerio del Interior indicó que había detenido a unas 200 personas.
Según la ONG de derechos humanos Viasna, la policía utilizó gas lacrimógeno en Gomel, segunda ciudad del país, y granadas ensoredecedoras en Moguilev (este). El ministerio del Interior desmintió esto último.
‘Nuestra presidenta’
“Hemos elegido nuestra presidenta”, declaró a la AFP la manifestante Eleonora Numova, que sostenía una foto de la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya. “No queremos vivir en un campo de concentración”, añadió esta mujer de 48 años.
En el centro de Minsk, se desplegaron vehículos blindados y varias estaciones de metro habían sido cerradas. El Palacio de la Independencia, sede del gobierno de Lukashenko, donde convergieron manifestaciones masivas recientemente, estaba rodeado de barreras y con una fuerte custodia de la policía antidisturbios.
También fueron cerradas varias plazas en el corazón de la ciudad y centros comerciales donde se han refugiado manifestantes en otras ocasiones.
“¡Somos millones!”, lanzó este domingo la rival de Lukashenko, Svetlana Tijanóvskaya, en un mensaje subido a las redes sociales en apoyo a la protesta, “¡ganaremos!”, añadió.
“Sveta presidenta”
El sábado, las autoridades efectuaron unas 150 detenciones, en su mayoría mujeres, congregadas para protestar contra el régimen presidencial, y varios periodistas.
Centenares de personas se manifestaron en las marchas de mujeres el sábado. Algunas de ellas enarbolaban imágenes de la rival de Lukashenko, y gritaban “Sveta, presidenta”, en alusión a la principal líder de la oposición.
Tijanóvskaya, de 38 años, refugiada actualmente en Lituania, reivindica la victoria en la elección del 9 de agosto, tras una campaña electoral en la que esta mujer, sin experiencia política, consiguió movilizar a multitudes.
Haciendo oídos sordos a estas manifestaciones masivas, Alexander Lukashenko prestó juramento el miércoles para un sexto mandato, lo que provocó protestas ese mismo día. La ceremonia en el palacio presidencial no fue anunciada y se celebró en secreto.
“Esta pretendida investidura es evidentemente una farsa”, denunció Tijanóvskaya entonces, reivindicando de nuevo su victoria en los comicios presidenciales.
“Lukashenko debe irse”
Las criticas de varios países occidentales no tardaron en llegar. El gobierno alemán no reconoció al presidente Lukashenko y consideró que el “secreto” que rodeaba la ceremonia de investidura era un símbolo “revelador” de la debilidad del régimen y de su “falta de legitimidad”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, efectuará por su parte su primera visita a Lituania y Letonia de lunes a miércoles.
“Lo que ocurre en Bielorrusia es una crisis de poder, un poder autoritario que no consigue aceptar la lógica de la democracia y que se aferra por la fuerza”, en una entrevista este domingo con el periódico Journal du dimanche.
“Está claro que Lukashenko debe irse”, concluyó.
La UE tampoco reconoce la legitimidad de Lukashenko, al igual que Estados Unidos.
El mandatario bielorruso, que acusa a los países occidentales de impulsar las protestas, prometió una difusa reforma constitucional para hacer frente a esta crisis política, pero rechaza cualquier diálogo con los detractores del régimen, del que está al frente de 1994.
El presidente se niega a dar su brazo a torcer y ha pedido ayuda a su homólogo ruso, Vladimir Putin, quien prometió apoyo a nivel de seguridad si era necesario y un préstamo de 1.500 millones de dólares.
El régimen bielorruso encarceló a numerosas figuras del Consejo de Coordinación de la oposición creado por Tijanóvskaya. Otros tuvieron que huir del país.