El gobierno británico afirmó el jueves que rechazó un llamado de la Unión Europea para que retire el controvertido proyecto de ley que modificaría disposiciones del acuerdo de Brexit, un tratado internacional legalmente vinculante.
“Le expliqué al vicepresidente (de la Comisión Europea, Maros) Sefcovic que no podíamos hacerlo y no lo haríamos y enfaticé en su lugar la importancia vital de alcanzar un acuerdo”, afirmó el ministro de la Oficina del Gabinete, Michael Gove, incrementando la ya muy fuerte tensión entre las dos partes.
El Ultimatum
La Unión Europea llamó al gobierno británico este jueves, tras una reunión de crisis en Londres, a retirar “antes de finales de mes” sus planes de modificar el acuerdo de Brexit so pena de acciones legales ante una “grave” violación del derecho internacional.
Tras pedir un encuentro urgente la víspera, el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, se reunió en la capital británica con el influyente ministro del Gabinete, Michael Gove, para “obtener aclaraciones del Reino Unido” sobre su controvertido proyecto de ley de mercado interior.
Y lo que oyó no calmó los ánimos: “si se aprobara el proyecto de ley, constituiría una violación extremadamente grave del Tratado de Retirada y del derecho internacional”, afirmó a su término.
Advirtió que Londres “ha dañado seriamente la confianza entre la UE y el Reino Unido” y para restablecerla llamó al ejecutivo de Boris Johnson a retirar del texto las medidas relativas a Irlanda del Norte “lo antes posible y en cualquier caso antes de finales de mes”.
También dejó claro que a la Comisión Europea no le temblará el pulso a la hora de tomar medidas legales.
Según un borrador preparado por embajadores de la UE y al que tuvo acceso la Agence France-Presse, la UE podría llevar al Reino Unido ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) “una vez que se adopte el proyecto de ley” o “incluso antes”.
La paz en Irlanda
El gobierno británico presentó el miércoles su proyecto de ley, que aprovecha una armonización posbrexit del comercio entre las cuatro naciones del Reino Unido para modificar la aplicación de tarifas y controles aduaneros posibles en Irlanda del Norte, según el acuerdo de divorcio con la UE.
Este tratado internacional, en vigor desde el 31 de enero, prevé un dispositivo por el cual esa provincia británica mantendrá las reglas del mercado común europeo para evitar reimponer una frontera con la vecina República de Irlanda.
Su objetivo es no poner en peligro la frágil paz que reina en la isla desde el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes.
Las autoridades europeas, con Dublín a la cabeza, denuncian los planes de Johnson como una amenaza a esa estabilidad.
“El Tratado de Retirada entre el Reino Unido y la Unión Europea es un texto cuidadosamente negociado que asegura que los logros del Acuerdo del Viernes Santo se protegen”, afirmó el jueves la expresidenta irlandesa y exresponsable de la ONU para los refugiados Mary Robinson.
“Ningún signatario debe tomar medidas que puedan poner en peligro la paz que tanto ha costado conseguir en la isla de Irlanda”, agregó, recordando que el Reino Unido tiene una “responsabilidad particular” como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El controvertido Johnson asegura sin embargo que su intención es precisamente proteger la paz al defender los intereses de los norirlandeses unionistas.
Todos los diputados de Irlanda del Norte, incluidos su exsocios del Partido Unionista Demócrata (DUP), votaron en enero contra el acuerdo, que el primer ministro impuso en el Parlamento gracias a la aplastante mayoría que había logrado en las legislativas de diciembre.
Negociación comercial en peligro
Este choque de trenes se produce en un momento especialmente crítico para las estancadas negociaciones del acuerdo de libre comercio que debería regir las relaciones entre Londres y Bruselas a partir del 1 de enero de 2021, tras el fin del periodo de transición posbrexit.
También en Londres y casi al mismo tiempo, los negociadores británico, David Frost, y europeo, Michel Barnier, celebraron la última reunión de la octava ronda de conversaciones y su resultado provocaba gran expectación dado que ahora parecen seriamente en peligro.
El tiempo apremia: para ser ratificado y poder entrar en vigor con las 12 campanadas de Nochevieja, un eventual acuerdo debería cerrarse en octubre.
Y los europeos ya advirtieron que la negociación no puede progresar sin confianza entre las partes.
Volvió así al Reino Unido, con una economía ya muy duramente sacudida por la pandemia de covid-19, el espectro de una ruptura brutal con su principal socio comercial, que el jueves volvió a hundir la cotización de la libra.