Boris Johnson defendió este miércoles su plan de vulnerar compromisos del acuerdo de Brexit para “proteger los empleos y el crecimiento”, tensando las relaciones con una Unión Europea que se declaró “muy preocupada” en un momento crítico de su negociación comercial.
Esta semana tiene lugar en Londres la octava ronda de negociaciones entre británicos y europeos en busca del célebre tratado de libre comercio que debía regir su futura relación a partir del 1 de enero, cuando termine el periodo de transición posbrexit.
Pero las negociaciones están estancadas desde hace meses y el tiempo apremia: para poder ratificarlo a tiempo esta complicada partida de ajedrez debería estar cerrada en octubre.
En este contexto, Londres dio un puntapié al tablero amenazando con retirarse si no hay avances, lo que implicaría una ruptura brusca a final de año, en previsión de lo cual presentó este miércoles un “proyecto de ley del mercado interno” que, entre otras cosas, modifica la aplicación de tarifas y controles aduaneros para la provincia británica de Irlanda del Norte previstos en el acuerdo de Brexit.
“Esta ley busca proteger los empleos, el crecimiento y garantizar la fluidez del comercio en todo el Reino Unido”, defendió Johnson ante la Cámara de los Comunes donde el nacionalista escocés Ian Blackford lo acusó de “crear un Estado deshonesto”.
Por el Tratado de Retirada, si no hay acuerdo comercial entre Londres y Bruselas los productos que pasasen de Gran Bretaña a Irlanda del Norte a partir de 2021 podrían ser sometidos a aranceles y las empresas de la provincia tendrían que rellenar declaraciones de aduanas para vender al resto del Reino Unido.
Se trata de un acuerdo internacional legalmente vinculante, en vigor desde el 31 de enero, y modificar sus disposiciones “viola el derecho internacional” aunque de “una manera específica y limitada”, reconoció el ministro para Irlanda del Norte, Lewis Brandon.
UE exige reunión urgente
Indignados, los responsables europeos advirtieron que respetar lo firmado es una condición indispensable para avanzar en la actual negociación.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, se declaró “muy preocupada por el anuncio del gobierno británico sobre sus intenciones de romper el Tratado de Retirada”.
Su vicepresidente, Maros Sefcovic, anunció que pedirá “lo antes posible” una reunión con representantes británicos para que “ofrezcan detalles”. Una propuesta que el portavoz de Downing Street recibió con los brazos abiertos: “acordaremos una fecha en cuanto podamos”, dijo a los periodistas.
Alemania, que preside este semestre la UE, dijo “esperar” que el Reino Unido aplique el acuerdo de divorcio de forma “completa” e Irlanda subrayó que las negociaciones comerciales sólo pueden tener lugar si existe una “confianza mutua” rota por esta acción “unilateral”.
También varios diputados del Partido Conservador de Johnson, entre ellos la ex primera ministra Theresa May, expresaron su preocupación por el daño que esta violación del derecho internacional puede provocar a la reputación del Reino Unido.
Según el diario Financial Times, este fue el motivo de la dimisión el martes del director de los servicios legales del gobierno británico, Jonathan Jones.
Y representantes del Partido Demócrata estadounidense, que participa junto al Partido Republicano en la negociación de un acuerdo de libre comercio entre Londres y Washington, advirtieron que éste no tendría lugar si Londres pone en peligro la frágil paz en la isla de Irlanda.
Durante meses de bloqueo el año pasado, el principal escollo en el acuerdo de divorcio fue cómo evitar la reinstauración de una frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la vecina República de Irlanda, país miembro de la UE.
El objetivo es preservar la frágil paz que reina en la isla desde el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 que puso fin a tres décadas de sangriento enfrentamiento entre unionistas protestantes y republicanos católicos.
La libre circulación de personas y mercancías en la isla fue un factor clave para pacificar la región.
Sin embargo esta se ha visto sacudida en el último año por ataques esporádicos de grupos disidentes como el Nuevo IRA, que en abril de 2019 mató a la periodista norirlandesa Lyra McKee durante enfrentamientos con la policía.
Y sus autoridades advirtieron que un Brexit brutal amenaza con disparar esa inestabilidad.