La embajada estadounidense en Moscú pidió el martes a las autoridades rusas que lleven a cabo una “investigación inmediata” sobre el presunto envenenamiento del líder opositor ruso, Alexei Navalni, hospitalizado en Alemania y en coma tras ser transferido de Rusia.
La tesis del envenenamiento avanzada por los médicos alemanes “convierten en necesaria una investigación inmediata, completa y transparente de parte de las autoridades rusas”, declaró el embajador estadounidense en Moscú, John Sullivan, citado en Twitter por su vocera, Rebecca Ross.
Sullivan pidió igualmente “exigir cuentas a los responsables últimos de este acto”, dijo la portavoz.
El número dos de la diplomacia estadounidense, Stephen Biegun, de visita en Moscú el martes, se declaró igualmente “profundamente preocupado” por el estado de salud de Nalvani y por el “impacto en la sociedad civil rusa” de este posible envenenamiento.
“Acto criminal”
Francia, a su vez dijo este martes que el opositor ruso Alexéi Navalni, que se encuentra hospitalizado en Alemania tras haber sido presuntamente envenenado, fue víctima de un “acto criminal” y pidió a Moscú una “investigación rápida y transparente”.
“Francia expresa su profunda preocupación ante este acto criminal perpetrado contra uno de los principales actores de la política rusa”, escribió en un comunicado el ministerio francés de Relaciones Exteriores.
Para París “los responsables de este acto deben ser identificados y llevados ante la justicia”.
Principal opositor al Kremlin y autor de publicaciones sobre la corrupción de las élites rusas que son muy seguidas en las redes sociales, Alexéi Navalni, abogado de 44 años, fue trasladado el sábado de Siberia a Berlín.
Navalni “se encuentra en una unidad de cuidados intensivos y aún está en coma inducido”, señaló el hospital berlinés de la Charité, uno de los más reputados del mundo. “Su estado de salud es grave, pero actualmente no existe peligro” de muerte.
El opositor se halla en coma después de haberse sentido mal el jueves a bordo de un avión.
El entorno del activista mantiene que fue víctima de un “envenenamiento intencionado”.