Los médicos alemanes del hospital alemán de la Charité, donde está internado el líder opositor ruso Alexéi Navalny, afirmaron que el activista sí muestra “signos de envenenamiento”, en contraste con lo concluido por sus pares en Siberia, quienes desestimaron la hipótesis.
El hospital de la Charité, uno de los más prestigiosos del mundo y ya con experiencia con pacientes víctimas de posibles envenenamientos, recibió al líder opositor en coma artificial y en estado grave, luego que fuese trasladado desde Rusia.
“Los hallazgos clínicos indican intoxicación por una sustancia del grupo de principios activos llamados inhibidores de la colinesterasa”, indicaron los médicos según lo consignó el medio aleman Bild, añadiendo que “el efecto de la toxina (…) ha sido probado en múltiples ocasiones y en laboratorios independientes”.
El veneno específico “aún no se ha identificado y se ha lanzado un nuevo análisis a gran escala”, advirtió. “El desenlace de la enfermedad continúa siendo incierto” y en esta etapa no se pueden descartar secuelas a largo plazo, “en particular en el sistema nervioso”, añadió en un comunicado el hospital.
Los médicos berlineses examinaron al paciente “profundamente”. El opositor número uno del régimen de Vladimir Putin es tratado con un antídoto, destaca el hospital.
Desde el hospital afirman que no habría riesgo vital para Navalny, cuyo entorno mantiene que fue víctima de un “envenenamiento intencionado”.
Fue evacuado el sábado por la mañana hacia Berlín en un avión medicalizado fletado por una ONG alemana, tras arduas y difíciles negociaciones entre la familia y los médicos rusos, quienes aseguraban en un principio que su estado era demasiado inestable. Al final dieron su autorización.
Varios allegados de Navalni sospechan que, con el retraso de la autorización de su traslado, se ganó tiempo para que la posible sustancia tóxica se disolviera y no pudiera ser detectada.
Ha habido dos casos de envenenamiento muy mediatizados en el Reino Unido en 2018 y 2006 contra exagentes secretos rusos.
Navalny ya ha sido víctima de varios ataques físicos. En 2017, fue rociado con un producto antiséptico en los ojos a la salida de su oficina en Moscú.
Y en julio de 2019, cuando cumplía una corta condena en la cárcel, sufrió súbitamente una erupción cutánea en el torso y denunció que había sido envenenado. Las autoridades explicaron que había tenido “una reacción alérgica”.