Si hace años que los bielorrusos protestan en las calles, ¿por qué han tomado tanta fuerza las actuales manifestaciones en Bielorrusia? ¿Qué rol juegan las mujeres? ¿Y la pandemia del coronavirus?
Miles de personas han salido a las calles en Bielorrusia durante las últimas semanas. Solo en la capital, Minsk, más de 100.000 manifestantes se reunieron este domingo, para pedir la dimisión del presidente Alexander Lukashenko. Un momento histórico. En los próximos días, se espera incluso que las protestas se expandan.
“Fuera de aquí” y “Viva Bielorrusia” se escucha durante las protestas en Bielorrusia. ¿Contra qué se está protestando exactamente?
Las actuales manifestaciones en la exrepública soviética de Bielorrusia comenzaron para protestar contra los resultados de las elecciones. Según la información oficial de la comisión electoral, el gobernante Lukashenko obtuvo el 80,2% de los votos, aunque las encuestas reflejaban una tendencia totalmente diferente. En consecuencia, los observadores consideraron falseado el resultado y los ciudadanos se sintieron engañados.
“Mientras tanto, sin embargo, hay mucho más en juego: la autonomía del pueblo y la demanda de poder tomar su destino político en sus propias manos”, dice Felix Krawatzek, del Centro de Estudios Internacionales y de Europa del Este, a Deutsche Welle.
Los bielorrusos han vivido por mucho tiempo en dictadura, pues Lukashenko está en el poder desde 1994, y él mismo se ha autodenominado “el último dictador de Europa”. Según expertos, la elección de hace 26 años es la única que Lukashenko ha ganado realmente.
Apenas un mes después de asumir el cargo, se aseguró el control de la televisión. En 1996 disolvió el Parlamento y el Tribunal Constitucional a través un referéndum. Así, se otorgó a sí mismo el derecho a legislar. La oposición ha sido reprimida desde entonces.
¿Por qué recién ahora las manifestaciones contra Alexander Lukashenko se han vuelto masivas?
En las últimas décadas, la gente ha salido repetidamente a las calles en Bielorrusia para protestar contra el Gobierno y sus políticas. “Lo que es diferente esta vez es el fuerte liderazgo simbólico de la oposición, y la esperanza real de un cambio”, señala Krawatzek a DW.
Lo que comenzó en forma de manifestaciones de la oposición antes de las elecciones, se expandió después de que se anunciaran los supuestos resultados electorales. “La gente estaba enojada por este fraude electoral masivo y se reunió nuevamente en las calles”, dice el politólogo.
El Gobierno respondió con camiones lanza-agua y gases lacrimógenos, al menos 6.700 manifestantes fueron arrestados y varias personas murieron. Pero esto tampoco hizo decaer las manifestaciones. Por el contrario.
También la pandemia de covid-19 actuó como un acelerador. Muchos, especialmente los más jóvenes, perdieron sus trabajos. Además, a pesar del alto número de casos, Bielorrusia no introdujo ninguna restricción, las escuelas y tiendas permanecieron abiertas y los eventos continuaron. “Hubo grandes dudas sobre si el régimen realmente se preocupa por su gente”, subraya Krawatzek.
¿Quién toma las calles e impulsa las protestas?
Después de que, inicialmente, sobre todo los jóvenes salieran a las calles, ahora se observan todas las edades y grupos ocupacionales representados: desde miembros de la orquesta sinfónica hasta trabajadores fabriles.
Y las manifestaciones no sólo tienen lugar en la capital, Minsk, sino también en ciudades más pequeñas.
Entretanto, las mujeres se toman la vanguardia una y otra vez: descalzas, con ropa blanca y flores en la mano. Siempre que es posible, abrazan a los policías uniformados y colocan flores en sus escudos. “Esto cambió la estrategia de protesta: la violencia del Estado es contrarrestada con un contrapeso pacífico”, observa el politólogo Krawatzek.
Para él, el cambio de dirección está íntimamente relacionado con las tres políticas de oposición Svetlana Tijanovskaya, Maria Kolesnikova y Veronika Zepkalo. “Con una mezcla de autenticidad, modestia y credibilidad, lograron movilizar a la gente. Al hacerlo, alentaron a otras mujeres del país a volverse políticamente activas”.
¿Hay algún paralelismo con las protestas de Maidán, en 2014, en Ucrania?
A primera vista, podría haber paralelismos, porque en ambos países la gente salió a las calles contra la corrupción política. En términos de contenido, las protestas en Bielorrusia -a diferencia de aquellas en Ucrania- no están relacionadas con una decisión entre la UE y Rusia, sino sobre todo con el presunto fraude electoral, con el presidente Lukashenko y su sistema represivo.
“No se trata de traer Bielorrusia a Europa, sino de la autodeterminación política”, aclara Krawatzek. Así que las banderas de la UE que tanto ondearon en Maidán pueden buscarse con la vista en estas protestas… en vano.