Temor a facturas más elevadas, una oferta menor y obstáculos a la transición energética. ¿Podría el Brexit, que entrará en vigor el viernes, perturbar el mercado de la electricidad en el Reino Unido?
El Reino Unido depende en gran medida de la Unión Europea para su suministro: su propia producción de electricidad en 2018 disminuyó en un 1,6% según las últimas estadísticas disponibles, en parte debido a la eliminación gradual de las centrales de carbón, que aún no se ha compensado totalmente con el aumento de la energía eólica.
Como consecuencia, aumentaron las importaciones de electricidad y gas, principalmente desde Francia, Holanda e Irlanda, y ahora representan casi el 40% del consumo de energía del país.
Por lo tanto, la inminente salida de la UE y del mercado único de la electricidad plantea inevitablemente riesgos para una red frágil, como lo demostró el gigantesco apagón de agosto.
Además, no está claro que la electricidad forme parte de las negociaciones con Bruselas este año y un acuerdo sobre este sector podría retrasarse.
Las autoridades británicas aseguran que se tendrán que establecer “acuerdos comerciales alternativos”, sin más detalles.
Al igual que en otras áreas como las finanzas, se tendrán que obtener equivalencias para poder exportar o importar electricidad, por ejemplo acordando normas sobre las emisiones de CO2, de modo que los países que producen electricidad más limpia y más cara no se vean perjudicados.
La autoridad eléctrica del Reino Unido (OfGem) asegura que incluso si las conversaciones comerciales fracasan, no habrá “ninguna interrupción en los flujos de electricidad y gas”.
Pero si no hay un acuerdo sectorial al término de las negociaciones comerciales a finales de 2020, la UE podría dar preferencia a sus países miembros en caso de picos de demanda, olas de calor o frío extremo, dice a la AFP Weijie Mak, gerente de proyectos de la empresa de investigación Aurora.
Riesgo de facturas elevadas
Con la incertidumbre sobre las equivalencias, el posible retorno a las cuotas o eventuales derechos arancelarios si fracasan las negociaciones comerciales, el comercio de electricidad con Europa podría encarecerse, con el riesgo de “facturas más caras para los consumidores”, explica Joseph Dutton, del centro de reflexión E3G.
El comercio de electricidad entre la UE y el Reino Unido se basa en un sistema de subastas, y no se descarta que en el futuro se instale algún tipo de preferencia para los países miembros.
Sin olvidar el impacto que tendría una nueva caída de la libra en las facturas.
La asociación de promoción de la energía verde Eurelectric describe así a Brexit como una situación en que “todos pierden”, tanto el Reino Unido como la UE.
La transición energética
Debido a las incertidumbres sobre la futura equivalencia y el comercio transeuropeo, se está cuestionando el futuro de algunos proyectos de enlaces energéticos bajo el canal de la Mancha o bajo el mar del Norte, especialmente con Francia.
Pero estas conexiones eléctricas son vitales para la seguridad energética del Reino Unido.
“Proporcionan menos del 10% de la oferta pero permiten equilibrar la demanda y la oferta”, señala Dutton.
Con el auge de las energías renovables, y en particular de la energía eólica marina, se precisa poder contar con un suministro externo si no hay viento, y a la inversa, poder exportar el excedente que no puede almacenarse masivamente, a diferencia de los hidrocarburos.
Así que el tener menos interconexiones podría retrasar la transición energética del Reino Unido, que se ha comprometido a alcanzar la neutralidad en materia de carbono para 2050. El país podría tener que posponer el cierre de sus centrales eléctricas de gas para que desempeñasen el papel del “plan B” energético.
Además, señala Mak, el Reino Unido aplica un impuesto al carbono sobre los precios de la electricidad para financiar su transición energética y podría decidir retirarlo si las facturas se disparan.