Para la mayoría de nosotros, un frasco de Nutella es una delicia con la que jamás se quedará mal como regalo de cumpleaños… eso claro, si primero logras vencer la tentación de comértelo tú mismo a cucharadas. Pero para decenas o quizá cientos de niños, la Nutella no sólo es un manjar inalcanzable sino que es sinónimo de meses de trabajo ilegal, duro y mal pagado.
El caso quedó al descubierto tras un reportaje de la BBC que siguió las condiciones laborales de los jornaleros de avellanas en Turquía, nación que genera el 70% de la producción mundial de este fruto. En su recolección trabajan principalmente migrantes estacionales kurdos, quienes provienen de las empobrecidas zonas sur y este del país.
Sus condiciones de trabajo han progresado poco desde los tiempos de la esclavitud: familias completas se desplazan en agosto, viviendo hacinadas en barracas que apenas tienen las condiciones mínimas para subsistir.
Hombres, mujeres y niños trabajan hasta 10 horas diarias en terrenos inclinados, donde están muchas de las plantaciones de avellanos turcos, con el permanente riesgo de caer y lesionarse.
¿La recompensa? Un salario de entre 50 a 65 liras diarias (6.400 a 8.300 pesos chilenos), del que deben descontar el 10% de comisión al contratista que los condujo a los campos, más sus gastos de transporte y también los de vivienda por el tiempo que estén trabajando.
“Cuando me dicen avellanas, para mí significa miseria. Trabajo duro. Ser un cargador”, dice a la BBC Mehmet Kelekci, un hombre que lleva al hombro un saco con 35 kilos de avellanas que acaba de cortar.
Pero dentro de este panorama, lo más preocupante es ver gran cantidad de niños de entre 10 y 12 años recolectando frutos y cargándolos a los depósitos. La mayoría son hijos de los propios trabajadores, quienes llevan a sus familias completas para tratar de aumentar su exiguo pago.
Kazim Yaman es copropietario de un fundo de avellanos. Asegura a la BBC que él está contra el trabajo infantil, pero que serían los mismos jornaleros quienes exigen incorporar a sus hijos, bajo amenaza de marcharse a otros campos de recolección. “Ellos dicen que entre más niños tengan, más dinero obtendrán. Yo intento que no los pongan a trabajar, pero entonces dicen que se irán. Sus padres y madres los quieren trabajando, y que les paguen por ello. De alguna forma debería romperse esta cadena”, indica.
“El otro día vi a un padre poner un saco pesado, muy pesado, en los hombros de su pequeño hijo. Le dije, ‘¿qué estás haciendo?’, pero me respondió ‘deja que se acostumbre"”, se lamentó Yaman.
La situación se hace aún más compleja considerando que la producción de avellanas de Turquía está fragmentada en cerca de 400.000 pequeñas fincas familiares, haciendo aún más difícil regular sus prácticas y fiscalizarlas. Ellos entregan su producción a los manavs, comerciantes especializados en avellanas quienes evalúan la calidad de los frutos y pagan a los productores, para luego vender la carga a fábricas y exportadores.
“Yo sólo compro y vendo. Es imposible que podamos revisar el origen de todas estas toneladas”, declaro Enginay Akcay, un manav de avellanas en la ciudad puerto de Ordu. “Nosotros no tenemos ninguna relación con el tema del trabajo infantil. Eso compete al Estado y las fuerzas de seguridad”, zanjó.
Pero si los dueños de fincas y manavs son tantos que controlarlos resulta tan difícil como censar hormigas, existe una parte en la cadena que sí tiene poder de decisión: Ferrero. La poderosa firma italiana compra por sí sola un tercio de toda la cosecha turca de avellanas, con la cual produce 365.000 toneladas de Nutella al año. Cantidad suficiente para construir un edificio tan alto como el Empire State de Nueva York.
Según indica Ferrero en su sitio web, la trazabilidad -seguimiento del origen- de las avellanas es “esencial para asegurar la calidad de sus productos”, al punto que tienen como meta lograr una trazabilidad de 100% para 2020. Un objetivo al menos discutible, considerando que su próximo reporte corporativo reconocerá sólo un 39% de trazabilidad en la actualidad.
¿Cuánto sabe Ferrero de cómo se producen las avellanas que compra?
En una entrevista de la BBC con Bamsi Akin, gerente general de la Compañía de Avellanas Ferrero de Turquía, la firma reconoció que no pueden asegurar que su producción esté libre de trabajo infantil.
“Si detectamos que un producto está elaborado mediante prácticas antiéticas, no lo tocamos. Estamos cumpliendo nuestro rol con mejorar las prácticas sociales mediante entrenamientos… ¿pero el sistema está completamente limpio? Creo que nadie podría asegurarlo en este momento”, indicó Akin.
Con los entrenamientos se refiere a su programa Farming Values que, desde 2012, ofrece entrenamiento gratuito a campesinos y productores de avellanas para mejorar su cosecha y elevar sus ingresos. Este va desde mejoras de riego que pueden aumentar el rendimiento de los avellanos de cuatro a 21 nueces por racimo, hasta capacitación en derechos laborales, incluyendo la prohibición del trabajo infantil.
Pero considerando que este programa sólo abarca 42.000 fincas, un 10% de las 400.000 en el país, sus efectos son muy limitados.
“Antes de que comience la temporada de cosecha hablamos con los comerciantes de avellanas y les transmitimos nuestras exigencias en prácticas sociales. No les hacemos preguntas, pero tratamos de monitorear con estas herramientas, desde una perspectiva diferente. Ferrero siempre es honesto hacia el consumidor”, concluye Akin.
¿Nutella fuera de los supermercados de Australia y Nueva Zelanda?
La incertidumbre podría tener consecuencias graves para Ferrero. En Australia y Nueva Zelanda, cadenas de supermercados Woolworths, Metcash, Coles, IGA y Countdown, pidieron formalmente explicaciones a la empresa italiana para que indique con claridad si sus productos involucran trabajo infantil.
Tal como explica The Sidney Morning Herald, estas grandes corporaciones de abarrotes tienen políticas sobre producción ética y sustentable que exigen certeza de sus proveedores. En un comunicado, Woolworths señaló que ya contactaron a la compañía para que les entregue una respuesta, mientras un portavoz de Metcash señaló que “están discutiendo estas acusaciones directamente con Ferrero”.
Las cadenas de supermercados se negaron a confirmar o descartar, que estos indicios puedan llevar a un retiro de la mercadería de Ferrero de sus locales.
A este respecto, Ferrero reaccionó anunciando una investigación al respecto, publicó el medio neozelandés NewsHub.
“No toleramos el trabajo infantil en ninguna forma. Lanzamos una profunda investigación para revisar cómo podemos fortalecer las medidas que ya tenemos en curso. Este es un asunto extremadamente complejo en Turquía, pero seguimos comprometidos en asegurar todas las acciones necesarias para avanzar a nuestra meta de lograr que el 100% de nuestras avellanas tengan trazabilidad para 2020”, sentenciaron.