El Estado austríaco seguirá siendo propietario de la casa natal de Hitler, que había adquirido a fines de 2016 para controlar su uso, contra la voluntad de la heredera de esta vivienda de turbio pasado, según una decisión del Tribunal Constitucional publicada el viernes.
El Parlamento austriaco había adoptado en diciembre pasado una ley para expropiar esta casa, que data del siglo XVII y está ubicada en el centro de Braunau-am-Inn, cerca de la frontera con Alemania, abriendo así la posibilidad de una profunda modificación arquitectónica del edificio que atrae con frecuencia a neonazis.
La ley, aprobada casi por unanimidad, pone fin a un largo conflicto entre el Estado y la familia propietaria, representada por Gerlinde Pommer, quien desde hace varios años mantiene un absoluto silencio mediático sobre este espinosos asunto.
Pommer presentó un recurso contra la ley de expropiación ante el Tribunal constitucional austríaco.
Pero el tribunal dio razón el viernes al Estado austríaco estimando que esta expropiación se llevó a cabo en pos del “interés general”.
“La casa presenta el riesgo de convertirse en un sitio de peregrinaje (…) en provecho de la ideología neonazi (…). Era por lo tanto necesario asegurarse que no se pueda cometer allí ninguna infracción”, indicó el tribunal en su decisión.
La instancia recordó que esta venta forzada tuvo una compensación, cuyo monto no fue revelado.
El Estado alquilaba desde 1972 la casa en la que Hitler nació el 20 de abril de 1889 para poder controlar su uso. Durante años albergó un centro para discapacitados, una de las categorías de la población que fue víctima de los nazis.
La enorme casa de fachada amarilla está vacía desde 2011, cuando sus propietarios opusieron su veto a un nuevo uso del edificio que el Estado alquilaba mensualmente por 4.800 euros.
Sin ocupantes, el lugar se convirtió en punto de reunión de los nostálgicos del Tercer Reich.
El ministro del Interior Wolfgang Sobotka deseaba destruirla. Pero una comisión de expertos logró que esa idea fuera reemplazada por un proyecto de profunda remodelación con el cual ya no sea posible identificarla.
En el futuro, una institución pública será instalada allí, con la condición de que su uso represente “la antítesis del nazismo”.