Las fuerzas de seguridad francesas mataron este sábado a un hombre fichado por la policía que había intentado quitarle el arma a una soldado en el aeropuerto parisino de Orly, donde cundió el pánico y miles de viajeros quedaron en tierra.

La investigación se confió a la fiscalía antiterrorista en un país que se encuentra desde hace más de dos años bajo amenaza terrorista y en estado de emergencia.

El hombre abatido, un francés de 39 años identificado como Ziyed Ben Belgacem, era conocido por los servicios de la policía y de inteligencia, según los investigadores.

Sobre las 07H30 GMT (04H30 de Chile), el individuo intentó apoderarse del fusil de asalto de una militar que patrullaba junto a otros dos soldados en el primer piso de la terminal sur del aeropuerto parisino, indicó Le Roux.

Según la misma fuente, no logró robar el fusil de la soldado. Pero fuentes cercanas a la investigación aseguraron que sí lo consiguió tras un breve forcejeo.

“La agarraba por el cuello y amenazaba a los otros dos militares con el fusil de la mujer” que intentaba arrancárselo, contó un testigo.

Entonces, los dos compañeros de la militar “abrieron fuego para protegerla” y para “proteger a todo el público”, declaró el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian.

Hora y media antes de los hechos, durante un control de carretera al norte de París, el mismo hombre había disparado a unos agentes de policías con una pistola de postas, hiriendo levemente a uno de ellos en la cabeza.

Y poco después, había robado un coche a unos 30 kilómetros de ahí, al sur de la capital, antes de dirigirse al cercano aeropuerto de Orly.

La policía puso a su padre y su hermano en detención preventiva, y registraba el sábado por la tarde su domicilio de Garges-lès-Gonesse, al norte de la capital, según las autoridades.

El hombre tenía antecedentes por delincuencia común y había sido señalado como una persona “radicalizada”, pero el registro administrativo al que fue sometido en 2015 “no dio ningún resultado”, según una fuente policial.

“Pánico”

En Orly, donde el tráfico aéreo quedó totalmente interrumpido por la mañana y casi 3.000 personas fueron evacuadas de la terminal Sur, el ataque suscitó escenas de pánico y confusión, aunque nadie resultó herido.

Los testigos que asistieron al ataque describieron una escena tan breve como violenta.

Sofiane Slim, un empleado de Royal Air Maroc, se encontraba en la planta baja cuando escuchó los disparos. “Fue un pánico generalizado, la gente corría por todas partes”.

Los comercios bajaron las cortnas y algunos viajeros abandonaron las maletas en medio del aeropuerto.

Una operación de desminado comprobó la ausencia de explosivos, anunció el ministerio del Interior. Mientras que el tráfico aéreo se fue restableciendo por etapas durante la tarde del sábado.

El presidente francés, François Hollande, elogió “la valentía” de los policías y militares frente a un “individuo particularmente peligroso”.

Y recalcó la “determinación del Estado para actuar sin descanso contra el terrorismo, defender la seguridad” de los franceses “y garantizar la protección del territorio”.

Pero, en un país que está en plena campaña electoral con vistas a los comicios de abril y mayo, la candidata de extrema derecha Marine Le Pen atacó al Gobierno tras el ataque.

“Nuestro Gobierno está superado, desconcertado, paralizado, como un conejo delante de los faros de un coche”, afirmó Le Pen durante un mitín en el noreste de Francia, en el que fustigó “la cobardía de toda la clase política ante el fundamentalismo islamista”.

El primer ministro, Bernard Cazeneuve, criticó esas declaraciones y pidió a la política ultraderechista que se comportara con “dignidad”. “La señora Le Pen elige el ultraje” ante un “acontecimiento grave”, lamentó.

La militar agredida este sábado formaba parte de la Operación Centinela, que se puso en marcha en 2015, cuando se desató una cadena de atentados que ha causado 238 muertos en Francia.

El ataque se produjo mes y medio después de que varios militares fueran asaltados en el museo del Louvre. Un egipcio armado con un machete se abalanzó entonces sobre una patrulla al grito de “Allahu Akbar” (Dios es grande).