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Conocida es la anécdota de Winston Churchill, histórico Primer Ministro de Reino Unido, ocurrida en 1954, cuando rechazó un retrato suyo hecho por del pintor Graham Sutherland, el cual fue mandado a hacer a modo de regalo de la Cámara de los Comunes, para su cumpleaños número 80, al considerarlo “poco adecuado”. En pleno 2025, Donald Trump tuvo una acción similar.

En concreto, el presidente de Estados Unidos exigió la retirada de su retrato presidencial del Capitolio del Estado de Colorado, en Estados Unidos, alegando que la pintura está “distorsionada a propósito a un nivel que incluso yo, tal vez, nunca he visto antes”, según expresó en Truth Social el pasado domingo.

El presidente no solo criticó la obra, sino que también arremetió contra la artista Sarah A. Boardman, quien anteriormente había pintado el retrato de Barack Obama para el mismo espacio. “La artista también hizo al presidente Obama, y él se ve maravilloso, pero el que está sobre mí es verdaderamente el peor. Debe haber perdido su talento al envejecer”, señaló Trump.

La disputa tiene sus raíces varios años atrás. Según reportó la revista Time, durante el primer mandato de Trump, la organización Colorado Citizens for Culture, que normalmente financia estos retratos presidenciales mediante donaciones privadas, necesitaba recaudar 10.000 dólares para encargar el suyo, pero en 2018 no había recibido ni una sola donación.

La situación dio un giro inesperado cuando un activista político se coló en el Capitolio y colocó un retrato del presidente ruso Vladimir Putin en el espacio vacío reservado para Trump. Este incidente, que, según medios, provocó indignación entre los republicanos y generó titulares internacionales, terminó siendo el catalizador para la financiación del verdadero retrato.

Sarah A. Boardman, artista de origen británico residente en Colorado Springs, tardó unos cuatro meses en completar la obra que, según afirmó, se basó en una fotografía aprobada por el Comité Asesor del Edificio del Capitolio. Durante la ceremonia de inauguración en agosto de 2019, explicó que intentó mantener un estilo realista clásico, similar al utilizado en los retratos presidenciales anteriores.

“Mi retrato del presidente Trump ha sido calificado de reflexivo, no conflictivo, no enfadado, no feliz, no tuitero”, declaró Boardman según Time. “En cinco, 10, 15, 20 años, será otro presidente en la pared que solo es fondo histórico, y tiene que parecer neutral”.

En otra entrevista con el Colorado Times Reporter citada por The Independent, la artista afirmó que no deja que su política personal influya en su trabajo: “Cuando empiezo a pintar un retrato, es el retrato, el parecido y la ‘esencia’ del sujeto lo que intento retratar. Cualquier sentimiento personal sobre cualquier tema no es relevante”.