Si bien ambos recibieron la sentencia en la misma audiencia, a la que también acudieron familiares de las víctimas, fueron declarados culpables de homicidio involuntario en juicios separados a principios de año.
Antes de la sentencia, Jennifer dijo sentir un “profundo remordimiento, arrepentimiento y pena” por el tiroteo, aunque criticó la actuación de los funcionarios del instituto y el enfoque de la Fiscalía por tacharla de madre “negligente”, según recoge la cadena NBC News.
Por su parte, James envió sus condolencias a las familias de las víctimas. “No puedo expresar cuánto desearía haber sabido lo que estaba pasando con él o lo que iba a pasar”, mencionó, agregando que quedó “devastado” cuando tuvo noticias del tiroteo.
Steve St. Juliana, el padre de una de las víctimas, Hana St. Juliana, aseveró que ambos “eligieron permanecer callados”.
“Eligieron ignorar las señales de advertencia. Y ahora, como hemos escuchado, siguen eligiendo culpar al resto menos a ellos mismos”, enfatizó, de acuerdo a la cadena CNN.
La pistola del tiroteo
Los fiscales argumentaron que James Crumbley le había comprado a Ethan una pistola semiautomática como regalo después del Día de Acción de Gracias en un momento en el que el adolescente tenía problemas emocionales porque su mejor amigo se había mudado.
Asimismo, la Fiscalía señaló que Jennifer Crumbley fue responsable de las muertes al haber sido “gravemente negligente” por entregarle la pistola al hijo en vez de ofrecerle tratamiento psicológico dadas las señales de advertencia manifestadas por el menor.
Sin embargo, la mujer se defendió argumentando que el arma iba a ser utilizada para cazar en un rancho familiar.
Durante su testimonio, Jennifer señaló a su marido de la supuesta responsabilidad que tenía de guardar la pistola en un lugar seguro. “No me sentía a gusto estando a cargo de eso. Era algo más suyo, así que le dejé encargarse de ello”, resaltó.
“Jennifer Crumbley no apretó el gatillo aquel día, pero es responsable de aquellas muertes”, afirmó el fiscal adjunto del condado de Oakland, Marc Keast, en sus declaraciones iniciales durante la apertura del caso judicial.
Ethan Crumbley se entregó a las autoridades después de entrar armado en el instituto Oxford High cuando tenía 15 años, y matar a Justin Shilling, de 17 años; Hana St. Juliana, de 14; Madisyn Baldwin, de 17, y Tate Myre, de 16.
El juez del condado de Oakland, Kwamé Rome, le impuso la máxima sentencia a Ethan por un “verdadero acto de terrorismo” y explicó que el adolescente obligó a su compañero Shilling a arrodillarse antes de matarle. “Eso es una ejecución”, afirmó.
Esta decisión culmina un caso histórico, ya que por primera vez en Estados Unidos la justicia responsabiliza penalmente a los padres de un tirador menor que ha llevado a cabo un tiroteo en un instituto.