El idilio comenzó en 1972, en plena Guerra Fría, cuando el entonces presidente Richard Nixon visitó China acompañado de Kissinger, su futuro secretario de Estado y entonces asesor de cabecera, para un encuentro con Mao Zedong que acercase a dos potencias entonces enemistadas con la extinta Unión Soviética.
En unos 65 minutos, ambos líderes dieron varias pinceladas sobre el deshielo, que en realidad había sido concertado en reuniones previas, secretas, que Kissinger mantuvo con altos cargos del gigante comunista.
“EE. UU. estaba enfrascado en una guerra con Vietnam, al que China ayudaba. Nixon sabía que, sin el apoyo de Beijing, el conflicto no terminaría. Mao venía de rechazar la tutela de la URSS, pero era una China encerrada en sí misma”, explica a Efe el analista Víctor Gao, quien en 1985 fue traductor de Nixon en su segunda visita a Beijing.
Kissinger fue el ‘fontanero’ que hizo posible un acuerdo para que, en 1979, EE. UU. estableciera relaciones diplomáticas con China rompiéndolas con Taiwán, para lo cual firmó con calculada ambigüedad el llamado Comunicado de Shanghái, en el que Washington reconocía -pero no respaldaba- el principio de Una Sola China, según el cual Beijing es el único Gobierno chino en el mundo.
“La visita convirtió a dos enemigos en socios”, anota Gao.
Un “viejo amigo” del pueblo chino
China recordará a Kissinger -un diplomático pragmático pero también cuestionado por su apoyo a varias dictaduras- “con afecto”, en palabras hoy del portavoz de Exteriores chino Wang Wenbin.
“Fue un pionero. China y EE. UU. deben continuar su visión estratégica, coraje político y sabiduría diplomática en base al respeto, la coexistencia y la cooperación”, acotó el vocero.
Pero, ¿quién es un “viejo amigo” para Beijing?
Según China Media Project (CPM), un proyecto de investigación independiente con sede en Taiwán, el término apareció por primera vez en 1956 en las páginas del Diario del Pueblo, altavoz del Partido Comunista, para agradecer al misionero canadiense James Gareth Endicott su dedicación a la causa socialista.
Otro ‘viejo amigo’ fue el periodista estadounidense Edgar Snow, a quien Mao convocó en 1970 para transmitirle que buscaba alinearse con EE. UU. en contra de la URSS, aunque entonces “Washington no captó la señal”, entre otras razones porque “Snow era ya un don nadie en su país”.
CMP anota un total de 600 personas con este apodo en la prensa oficial, aunque la calificación se disparó a finales de la década de 1970 con el comienzo de las políticas chinas de reforma y apertura.
“China buscaba reconocimiento diplomático e inversión extranjera, y había amigos por todas partes. Para China, un viejo amigo es alguien a quien de alguna manera controla y en quien confía cuando necesita algo. No es casualidad que Japón, enemigo histórico, y Estados Unidos, rival, sean quienes acumulen más menciones de este tipo. Son allí precisamente donde son más útiles”, señala CMP.
Para la organización, a los “viejos amigos” se les puede convocar a reuniones “para socavar la actual política exterior de su propio gobierno, o pueden servir como un gesto simbólico de que Beijing está listo para un acercamiento, pero que todavía falta que ocurra algo”.
Última visita
Pese al mal momento de las relaciones, en una coyuntura en la que son Beijing y Moscú quienes parecen hoy alinearse frente a Washington, Kissinger seguía siendo venerado en China, país que visitó en numerosas ocasiones, la última de ellas el pasado julio, ya cumplidos los cien años, cuando el actual mandatario del país, Xi Jinping, le recibió con todos los honores en la Casa de Huéspedes de Diaoyutai, un antiguo jardín imperial.
Aunque ya no ocupaba cargo alguno, Kissinger seguía jugando un importante papel para “resolver problemas de comunicación”, en opinión de Gao.
Este verano, Kissinger recibió el manido mensaje pequinés de que Washington debe “cambiar sus políticas de contención contra China”, si bien concordó con Xi que “los malentendidos tienen que acabar” y que la relación bilateral será “clave para la paz mundial y el progreso de la humanidad”.
La visita sirvió, según Gao, para que Kissinger “entendiera mejor” qué estaban pensando los líderes chinos y compartiera sus impresiones con Washington.
Este mismo noviembre, Xi se reunía con Joe Biden en San Francisco en un nuevo intento por rebajar la alta tensión entre las dos potencias, enfrentadas a cuenta de Taiwán, la guerra comercial y la competencia tecnológica, entre otros muchos asuntos.