Henry Kissinger cumple 100 años este sábado 27 de mayo y aún conserva la atención de la diplomacia mundial por sus consejos de geopolítica, a la vez que genera fascinación y controversia.
Para unos visionario y para otros “criminal de guerra”, el exsecretario de Estado de Nixon todavía es reconocible por sus gafas negras de montura gruesa.
Kissinger participó el martes 24 de mayo en un homenaje en el muy selecto Club Económico de Nueva York, donde apagó las velas de un pastel de chocolate por su aniversario número 100.
Sus apariciones públicas se han vuelto más escasas con el correr de los años, pero más frecuentes en videoconferencia, como lo hizo en Davos en enero del 2023.
Pero para Kissinger, que marcó con su huella la política exterior del Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX, su longevidad es excepcional.
Henry Kissinger: la “realpolitik a la americana”
Actor esencial de la diplomacia mundial durante la Guerra Fría, este ganador del Premio Nobel de la Paz inició los acercamientos con Moscú y Pekín en los años 70, con una visión pragmática del mundo, una especie de “Realpolitik” al estilo estadounidense.
En una señal de que su visión del mundo apenas ha cambiado, el martes 24 de mayo estimó que Estados Unidos debe defender sus “intereses vitales”. Incluso sobre la guerra en Ucrania, tema en el que aboga por un alto el fuego.
“Llegamos a un punto en el que logramos nuestro objetivo estratégico. La tentativa militar de Rusia de absorber a Ucrania fracasó”, indicó.
Pero la imagen del hombre de voz áspera y con el fuerte acento heredado de sus orígenes alemanes sigue empañada y ligada a las páginas negras de la historia de Estados Unidos, como el apoyo al golpe de Estado de 1973 en Chile o la invasión de Timor Oriental en 1975.
De hecho, Kissinger nunca se ha preocupado por la justicia, ya que en 2004 una demanda fue desestimada.
Una investigación publicada el miércoles en el sitio web The Intercept afirma, en base a documentos de archivo del Pentágono y testimonios de sobrevivientes, que la campaña de bombardeos estadounidenses en Camboya entre 1969 y 1973 fue ampliamente subestimada, habiendo causado muchas más muertes civiles de lo que se admitió anteriormente.
El historiador Muntassir Mamoon, de la Universidad de Daca en Bangladés, subrayó que Kissinger “apoyó activamente el genocidio” en ese país en 1971.
“La ironía es que se recuerda que hizo la paz, pero se olvida todo lo que hizo para prolongar la guerra no sólo en Vietnam, sino en Camboya y Laos”, añade la historiadora Carolyn Eisenberg, de la universidad Hofstra en Estados Unidos.
Breve biografía del Nobel de la Paz
Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth, en Baviera, Alemania. Cuando tenía 15 años se refugió en Estados Unidos con su familia, antes de naturalizarse estadounidense a los 20.
Hijo de un profesor, integra el contraespionaje militar y el Ejército de Estados Unidos antes de iniciar una carrera brillante en Harvard, donde también fue maestro.
Se impuso como la cara de la diplomacia mundial cuando el republicano Richard Nixon lo llamó a la Casa Blanca en 1969 como consejero de seguridad nacional, después como secretario de Estado y siguió siendo el señor de la diplomacia en la presidencia de Gerald Ford hasta 1977.
Es en ese momento cuando lanza la distensión con la Unión Soviética y el deshielo de las relaciones con la China de Mao. En ese sentido, realiza viajes secretos para organizar la histórica visita de Nixon a Pekín en 1972.
Lleva a cabo, también con máximo secreto y en paralelo a los bombardeos de Hanoi, las negociaciones con Le Duc Tho para poner término a la guerra de Vietnam.
La firma de un cese el fuego con Vietnam del Norte le valió el Premio Nobel de la Paz en 1973, uno de los galardones más controvertidos en la historia.
Cinco momentos claves de Kissinger
Kissinger viajó secretamente a Pekín en julio de 1971 para entablar relaciones con la China comunista, lo que abrió el camino para la visita histórica del presidente Nixon a la capital del país asiático en 1972.
Esta mano tendida a China puso fin al aislamiento del gigante asiático y contribuyó al ascenso de Pekín, en primer lugar económico, en el escenario internacional.
También llevó a cabo, en el mayor secreto y en paralelo a los bombardeos de Hanói, negociaciones con el revolucionario Le Duc Tho para poner fin a la guerra en Vietnam.
Fue recompensando con el Premio Nobel de la Paz por la firma de un cese al fuego en 1973 con los norvietnamitas, que lo rechazaron al asegurar que la tregua negociada no era respetada.
Kissinger no se atrevió a viajar a Oslo a recibir el galardón por miedo a manifestaciones, y fue reemplazado por el embajador estadounidense.
Por otra parte, los críticos de Kissinger denuncian su respaldo a los golpes de Estado en América Latina en nombre de la lucha contra el comunismo, y en particular el de Chile, en el que Estados Unidos ayudó a llevar al poder al dictador Augusto Pinochet tras el suicidio del presidente Salvador Allende.
La defensa del interés general de Estados Unidos también lo llevó seguido a apoyar, más o menos tácitamente, varias invasiones. Respaldó, por ejemplo, la invasión del Timor Oriental por parte del presidente indonesio Suharto, que dejó 200 mil muertos en 1975.
Fue el caso también cuando Turquía se apoderó en 1974 de un tercera parte del territorio de Chipre, así como durante las operaciones de desestabilización en medio de la guerra civil en Angola.
Por último, Kissinger dedicó buena parte de su tiempo a Medio Oriente, donde organizó un puente aéreo masivo, la operación Nickel Grass, para suministrar armas a su aliado Israel tras el ataque sorpresa de países árabes durante la fiesta judía de Yom Kippur en 1973.
Inauguró posteriormente la “diplomacia itinerante” al negociar con Israel, Siria y Egipto, que se convertiría en un aliado clave, una vez fuera de la esfera de influencia de Moscú.