La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, en inglés) de los Estados Unidos publicó este jueves un informe preliminar sobre el descarrilamiento del tren de Norfolk Southern, que transportaba productos químicos tóxicos cerca del pequeño municipio de East Palestine en Ohio.
“El video de vigilancia de una residencia local mostró lo que parecía ser un cojinete de rueda en la etapa final de falla por sobrecalentamiento momentos antes del descarrilamiento”, explicó el organismo en un comunicado.
Tanto el cojinete de la rueda como el juego de ruedas afectado, añadió, se han recopilado como evidencia y serán examinados por la NTSB.
Fatal descarrilamiento de tren en Ohio
El tren, de unos cincuenta vagones, transportaba material tóxico en once de ellos y descarrilló el pasado 3 de febrero a su paso por East Palestine, un pueblo de menos de 5.000 habitantes a sesenta kilómetros de la ciudad industrial de Pittsburgh y cercano a la frontera de Ohio con Pensilvania.
Según el relato preliminar publicado esta jornada, la tripulación del tren recibió una alerta sobre el sobrecalentamiento del cojinete e intentó reducir la velocidad antes de que el tren se saliera de las vías.
Pese a las alertas y la reducción de velocidad, el cojinete siguió sobrecalentándose hasta alcanzar los 122 Celsius, en el momento del descarrilamiento.
Aunque East Palestine es pequeño y se encuentra en una zona bastante despoblada, el asunto está siendo utilizado por los republicanos para criticar al Gobierno federal por las consecuencias de lo ocurrido, pese a que la Administración del presidente Joe Biden insiste en que no hay peligro en la zona.
El propio expresidente Donald Trump ha utilizado el incidente para hacer campaña y ayer mismo visitó la zona afectada por el derrame de productos tóxicos.
En la jornada de este jueves fue el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, quien visitó la zona, en medio de las crecientes críticas por la respuesta federal al descarrilamiento.
Ante dichas las críticas, el Gobierno estadounidense anunció el pasado viernes que desplegará un equipo de médicos y toxicólogos para realizar pruebas de salud pública en la zona afectada.
El equipo apoyará a los responsables federales, estatales y locales que ya están sobre el terreno para evaluar a la salud de las personas que estuvieron expuestas o potencialmente expuestas a sustancias químicas.
Desde el Gobierno siguen defendiendo su actuación e insistiendo en que la zona es segura y el agua no está contaminada, pese a los temores de los vecinos.
Desde que se extinguieron los incendios el 8 de febrero, el monitoreo del aire de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) no ha detectado ningún nivel de preocupación para la salud en la comunidad que se atribuya al descarrilamiento del tren.
Tampoco en el agua, ya que la EPA está ayudando a las agencias estatales y locales a analizar las corrientes superficiales y subterráneas para garantizar que el agua potable sea segura.