Los ataques contra de DeSantis del expresidente Trump (2017-2021), por ahora el único aspirante oficial a la nominación republicana, evidencian que ve a su antiguo protegido como un rival.
Convertido en un referente republicano a sus 44 años y con el eco de su reelección aun resonante, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, guarda sus cartas de cara a las presidenciales de 2024, pero da señales de que está dispuesto a pelear por la Casa Blanca, incluso con Donald Trump.
Una autobiografía de DeSantis que se publicará en febrero y los planes para modificar una ley floridana con el fin de que no tenga que renunciar a la gobernación si quiere ser candidato a un puesto fuera de Florida indican que DeSantis apunta a la Presidencia.
La ascensión dentro del Partido Republicano de este abogado, excombatiente en Irak y excongresista que en 2018 ganó la gobernación de Florida por una mínima ventaja ha sido fulgurante.
Tanto que cuatro años después DeSantis se barajaba como uno de los diez finalistas para el título de Persona del Año 2022 de la revista Time, con posibilidades reales de llegar a ser presidente.
DeSantis tiene puntos en común con quien fuera su padrino político, pero no carga con el bagaje negativo del expresidente, que está lastrado por la toma del Capitolio en enero de 2021 por parte de sus seguidores, las investigaciones a sus empresas y el supuesto mal manejo de documentos secretos oficiales.
Además, DeSantis es mucho mas joven y, aparentemente, menos problemático que Trump.
Su popularidad entre los floridanos, un estado cuyo electorado se movió hacia la derecha después de la presidencia de Barack Obama (2009-2017), ha ido en aumento como se vio el mes pasado cuando fue reelegido para cuatro años más con casi un 60% de los votos.
La pandemia lo dio a conocer
Con su posición radical anti-mascarillas, anti-confiamiento y anti-cierre de negocios durante la pandemia de covid-19 en 2020, DeSantis empezó a hacerse conocido fuera de Florida, uno de los estados con más casos acumulados y más muertes (más de 83.000) a causa de la enfermedad en números absolutos.
El gobernador se desmarcó de la política sanitaria del Gobierno del demócrata Joe Biden y empezó a burlarse en público del epidemiólogo jefe del Gobierno, Anthony Fauci, mientras tomaba medidas como prohibir a los empresas de cruceros, muy golpeadas por la pandemia, que pidieran certificados de vacunación a sus pasajeros.
DeSantis, a quien Trump definió en 2018 como “un guerrero conservador”, ha demostrado en cuatro años que no le asusta enfrentarse a cualquiera que trate de oponerse a sus designios.
Al poderoso grupo Disney, el mayor empleador de Florida, le quitó de un plumazo un estatus especial simplemente porque la dirección de la compañía le dio la razón a los empleados LGTBQ que protestaron por una ley conocida popularmente como “no digas gay”, que prohíbe hablar de identidad de género en los primeros años de la primaria.
Con ayuda de un Congreso estatal dominado por el Partido Republicano, que incluso amplió su mayoría en las pasadas elecciones intermedias, el gobernador ha sacado adelante una batería de leyes restrictivas que atañen también al aborto, la difusión de la teoría del racismo sistémico y la inmigración.
Cambiando de tema con un mismo fin
Superada la fase aguda de la pandemia, DeSantis cambió la política sanitaria por la migratoria como caballo de batalla contra Biden, al que acusa de haber dejado la frontera con México “abierta”.
En septiembre pasado, en plena campaña para la reelección, envió en avión desde Texas a Martha’s Vineyard, una isla de Massachusetts, a medio centenar de inmigrantes -la mayoría venezolanos- que habían pedido asilo en la frontera.
Ese viaje pagado con dinero de un programa público de Florida dirigido a “reubicar” a inmigrantes indocumentados en estados demócratas le valió un aluvión de críticas y varias demandas judiciales, además de una investigación de las autoridades federales.
Pero las encuestas previas a las elecciones del pasado noviembre mostraron que la mitad del electorado de Florida estaba de acuerdo con esa medida, que DeSantis “copió” de otros estados conservadores como Texas.
El floridano también replicó recientemente una medida de Luisiana y Misuri, asimismo estados conservadores, al anunciar que retirará 2.000 millones de dólares de fondos públicos de la firma de inversiones BlackRock por no estar de acuerdo con sus políticas sociales y ambientales.
Entre los partidarios del gobernador de Florida está el multimillonario Elon Musk, el dueño de Tesla y de Twitter, quien dice de él que representa una opción “sensata y centrista” en el Partido Republicano.
Significativamente medios como Fox News, que apoyaron incondicionalmente a Trump durante su presidencia (2017-2021) y más allá, han dado la espalda al expresidente y ahora miran solo hacia DeSantis.
Sus críticos, como el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, le tachan de “cruel”.
Él les responde con una lengua afilada: a Charlie Crist, candidato demócrata a la Gobernación de Florida, lo comparó con un “burro viejo” y al afroamericano Andrew Gillum, al que derrotó en sus primeras elecciones a la gobernación, con un “mono”.
De Newson dijo que la gomina que usa para el pelo le ha quemado el cerebro.
Sus partidarios adoran a DeSantis y solo lamentan que no pueda estar en la Casa Blanca y en la gobernación de Florida a la vez.