¿Celebrará Lula da Silva un triunfal regreso a la presidencia de Brasil, después de haber pasado incluso por la cárcel? ¿O se aferrará Jair Bolsonaro al poder clamando un fraude sobre el cual no hay indicios?
En las elecciones brasileñas del domingo 2 de octubre hay mucho en juego. Para organizaciones como Human Rights Watch (HRW), incluso el futuro de la propia democracia en Brasil. Pero lo que ocurra en la primera economía latinoamericana tendrá también un fuerte impacto en toda la región.
“Creo que muchas personas en Latinoamérica ven lo que pasa en Brasil como algo que puede suceder también en sus propios países”, dice a Deutsche Welle el politólogo Maurício Santoro, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, respecto de una elección en la que el expresidente de izquierda Luiz Inácio da Silva parte como claro favorito para derrotar al actual mandatario, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Considera que esto se debe a “la polarización que estamos enfrentado, por las amenazas para la democracia”.
¿Tendrá éxito la receta de Trump en América Latina?
En Brasil no todos quieren imaginarse lo peor, pero con sus amenazas de que no reconocerá la derrota que le vaticinan todas las encuestas, el actual presidente podría abrir un capítulo inédito para el país tras la recuperación de la democracia, en 1985.
“Es la primera vez que tenemos a un presidente diciendo que no se puede confiar en los resultados electorales”, critica Santoro.
El libreto seguido por Bolsonaro parece calcado de la forma como el expresidente estadounidense Donald Trump intentó revertir su derrota en las elecciones de 2020: reclamar un fraude, sin tener pruebas de ello.
La campaña del mandatario brasileño para socavar la confianza en las instituciones de su país será “probablemente un examen serio para la democracia y el Estado de derecho en América Latina”, señalaba la organización defensora de derechos humanos Human Rights Watch en un reciente informe. Un examen cuyo posible fracaso podría convertirse en una tentación para otros gobiernos inclinados al autoritarismo.
Y en un libreto, en ese caso, probado con éxito en la región.
¿Un proyecto político regional sin corrupción?
La victoria de Lula, ya sea el domingo 2, o en una eventual segunda vuelta a finales de octubre, alimentaría para los más optimistas, en cambio, la idea de que en América Latina se puede superar un desafío para las instituciones como el de Bolsonaro.
Para los más escépticos, por otro lado, plantearía las interrogantes de cómo construir esta vez mejor un proyecto político que no implosione por la corrupción, como ocurrió tras los casi 14 años que pasó el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Dilma Rousseff en el poder entre 2003 y 2016.
El éxito o el fracaso de esos proyectos también pueden repercutir en América Latina: Lula da Silva dejó clara su vocación regional durante sus gobiernos, impulsando proyectos de integración como el fracasado bloque Unasur.
¿Qué ocurrirá con la Amazonía?
También el futuro de la lucha contra el cambio climático, no sólo en América Latina sino en todo el mundo, dependerá en buena medida de lo que elijan los brasileños.
La elección en Brasil “es probablemente el evento climático más importante de 2022 después de la catastrófica invasión rusa en Ucrania”, advertía en junio el Observatorio del Clima en Brasil, que califica una hipotética permanencia de Bolsonaro en el poder como un riesgo para el objetivo de limitar el calentamiento global a un aumento de 1,5 grados.
La deforestación de la Amazonía avanzó a un ritmo trepidante durante el mandato del actual presidente.
En Brasil se dice a menudo que el país vive de espaldas al resto de América Latina, pero el impacto de lo que pasa en Brasilia, Sao Paulo o Río de Janeiro siempre ha tenido en realidad un impacto enorme en la región.
Las tramas de corrupción de Odebrecht salpicaron en la década pasada a una decena de países y llevaron incluso a algunos expresidentes a la cárcel. Y la caída en desgracia del PT de Lula, por esos mismos escándalos, dejó huérfana de referentes a la izquierda latinoamericana que buscaba alternativas al modelo autoritario del chavismo.
“El futuro de la democracia o de la lucha contra el cambio climático en la región, ahora, también podrían estar en juego en las urnas brasileñas. Brasil puede ser un riesgo o una referencia para América Latina”, resume Santoro.