Pence, potencial aspirante a las primarias republicanas para las próximas elecciones, fue una pieza clave en el entramado de la Administración Trump y, de hecho, era el responsable de presidir la sesión del Senado en la que se iba a ratificar la victoria electoral de Joe Biden cuando una turba de personas irrumpió en la sede legislativa.
La comisión que investiga en la Cámara de los Representantes este asalto, promovida por el Partido Demócrata, considera que Trump intentó convencer a Pence de que interviniese para avalar sus teorías, en lo que parece el principio del fin de la ruptura entre los socios.
El entonces mandatario incluso emplazó públicamente a su vicepresidente a actuar en esta dirección, acusando que “no tuvo coraje” cuando éste se rehusó.
Durante un acto en New Hampshire, el exvicepresidente sugirió que estaría dispuesto a comparecer en dicha comisión, aunque sería algo “sin precedentes”.
“Si nos entregasen una invitación formal, lo estudiaríamos”, respondió al ser interrogado sobre esta posibilidad durante un acto público, según NBC News.
Pence también se pronunció sobre la redada del FBI en la mansión de Trump, para reiterar que es algo inédito en la historia de Estados Unidos y reclamar más información: “Esta acción sin precedentes requiere de una transparencia sin precedentes”.
Sin embargo, se desmarcó de los “compañeros republicanos” que han dirigido sus críticas hacia el FBI, incidiendo en que son “el partido de la ley y el orden” y que, por tanto, deben defender en todo momento la labor de las fuerzas de seguridad, informó The Hill.
“Los ataques contra el FBI deben parar”, reclamó el vicepresidente, que ve margen para reclamar al fiscal general, Merrick Garland, que rinda cuentas sin entrar en otro tipo de críticas.