La Corte Suprema asestó el jueves un golpe al presidente estadounidense Joe Biden, al bloquear su mandato de vacunación o prueba de detección de covid para empleados de grandes empresas.
La mayoría conservadora del tribunal supremo -6 votos contra 3- asesta un duro golpe a la lucha contra el coronavirus y prohíbe que la administración Biden imponga vacunas en empresas con 100 o más trabajadores.
Según el alto tribunal, los retos de la pandemia no justifican que el gobierno ejerza un poder que el Congreso no le ha conferido. La minoría progresista del supremo discrepa, y acusa a la mayoría de traspasar su poder al imponer tesis legales sobre las de expertos médicos.
Al mismo tiempo, el máximo tribunal de la nación validó la obligación de vacunación para los trabajadores de la salud en las instituciones que reciben fondos federales.
Biden se declaró “decepcionado” por la decisión de la corte de anular su orden de que las empresas con más de 100 empleados exijan vacunas contra el covid-19 o hagan pruebas de detección del virus a sus trabajadores.
“Estoy decepcionado de que la Corte Suprema haya decidido bloquear unos requisitos de sentido común (…) para los empleados de grandes empresas, que se basaban lisa y llanamente tanto en la ciencia como en la ley”, dijo el presidente demócrata en un comunicado.
Biden saludó que la Corte haya dejado en firme el requisito de que el personal sanitario de instituciones que reciben fondos federales sea inmunizado y dijo que esto afectará a unos 10 millones de personas y “salvará vidas”.
Biden, sin apoyo vital en sus propias filas
A todo esto, la frustración en la Casa Blanca se acumula porque -además- Biden concedió que no tiene el apoyo legislativo necesario para aprobar leyes que facilitan el derecho a voto.
De nuevo, miembros de su propio partido dinamitaron la agenda del presidente, y se negaron a modificar el reglamento del Senado para permitir aprobar los textos por mayoría simple.
Biden acudió al Congreso concretamente para tratar de convencer a los demócratas de que aceptaran cambiar una regla del Senado y poder aprobar los proyectos de ley a pesar de la frontal oposición republicana.
Pero incluso antes de que llegara al almuerzo con los congresistas, la senadora demócrata Kyrsten Sinema explicó que, aunque respaldaba los proyectos de ley, no estaba de acuerdo en cambiar la regla, conocida como filibusterismo.
Sinema dijo que pasar por alto el filibusterismo, que requiere una mayoría de 60 votos de 100. Por lo tanto, cierto apoyo republicano para un proyecto de ley demócrata, profundizaría la “espiral infernal de división”. “Proteger nuestra democracia” es algo que “no se puede lograr a través de un solo partido”, señaló.
Más tarde Manchin también dejó claro que se oponía a romper el obstruccionismo, aunque apoye los proyectos de ley. A menos que ambos cambien de opinión, las medidas parecen abocadas al fracaso.
La agenda de Biden languidece, y su popularidad se desploma al 33% a 10 meses de unas elecciones legislativas que -según los pronósticos- llevarán a la oposición republicana a controlar las dos cámaras del Congreso.