El empresario colombiano Alex Saab, cercano al presidente venezolano, Nicolás Maduro, comparece ante un juez estadounidense en Miami, que le notificó su imputación por blanqueo de dinero, tras su extradición el sábado desde Cabo Verde. La justicia estadounidense acusa al empresario de 49 años y a su socio Álvaro Pulido, en paradero desconocido, de dirigir una amplia red para desviar fondos de un sistema de subsidios alimentarios en Venezuela.
Entre Washington, Caracas y Bogotá saltan las chispas por el caso de Alex Saab. El empresario colombiano con nacionalidad venezolana se enfrenta desde este lunes a la Justicia de EEUU por un caso de lavado de dinero.
En el trasfondo está la información que él pueda y quiera aportar sobre los presuntos vínculos del Gobierno de Maduro con ese esquema de corrupción.
El presidente Maduro respondió a la extradición de Saab desde Cabo Verde suspendiendo las conversaciones con la oposición en curso en México.
Además, el régimen chavista encarceló de nuevo a seis exejecutivos de Citgo, filial de la petrolera estatal venezolana PDVSA, todos con ciudadanía o residencia estadounidense, tras conocerse la extradición de Saab.
El presidente de Colombia, Iván Duque, tampoco dejó pasar esta oportunidad y dijo el lunes que esperaba que el testimonio Saab desvele la “narcodictadura” de Nicolás Maduro en Venezuela.
¿Se merece ese empresario tanta atención mediática y política?
Sí, opina Ana Soliz de Stange, politóloga e investigadora de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas en Hamburgo.
“Porque desenmascara de forma concreta el lavado de dinero que han estado haciendo Maduro y sus personeros de gobierno. Esto podría tener al menos dos efectos importantes”, dice.
Agrega que “primero, puede despertar nuevamente el repudio social al gobierno de Maduro. Pese a que se sospechaba de la corrupción, esto pone en evidencia que la gente en Venezuela está sufriendo pobreza, falta de comida, medicamentos, no solo por el desastroso manejo de la política fiscal y monetaria del régimen de Maduro, sino que han sido víctimas de una deplorable red de corrupción”.
Y segundo, puede destapar la información sobre toda la cadena de corrupción instalada dentro de Venezuela, pero además delatar a toda la red internacional que opera, incluyendo posibles socios en Irán, Turquía, y otros países”, finalizó de Stange.
¿Maniobra de distracción?
Nikolaus Werz, profesor emérito de la Universidad de Rostock, se muestra más escéptico sobre los presuntos secretos y detalles internos que Saab podría revelar.
“¿Qué más queremos saber realmente? Ya sabemos mucho”. Werz sospecha que el actual furor por Alex Saab está siendo deliberadamente “exagerado” por el gobierno venezolano.
“Posiblemente sea también una reacción por parte del gobierno venezolano a la atención internacional prestada a la muerte de Raúl Isaías Baduel”, dice Werz.
El ex ministro de Defensa había muerto en prisión a mediados de la semana pasada. Baduel era considerado un importante confidente del ex jefe de Estado de Hugo Chávez antes de criticar sus tendencias autoritarias y caer en desgracia.
Además, dijo, esta extradición podría utilizarse de cara a las elecciones regionales de noviembre para jugar la carta de la soberanía nacional y la independencia.
En las elecciones regionales del 21 de noviembre se elegirán en Venezuela decenas de gobernadores y alcaldes.
Y por último, pero no menos importante según Werz, la extradición de Alex Saab fue la ocasión perfecta para cancelar las negociaciones con la oposición venezolana en México y así retrasar aún más las conversaciones.
Kevin Whitaker, embajador estadounidense en Colombia entre 2014 y 2019, también expresó de inmediato esa sospecha.
“Los venezolanos buscaban una forma de salir de esas negociaciones. La encontraron y se aferraron a ella. No parece más complejo que eso”, dijo.
Washington pueden incluso haber calculado deliberadamente el fracaso del diálogo entre el gobierno y la oposición en México.
Al menos esto es lo que sospecha Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP) en Berlín. Por un lado por la cercana fecha de las elecciones y la escasa esperanza de que en el poco tiempo que queda se abran caminos para unas elecciones libres y democráticas.
Por otro lado, por la posibilidad de poder humillar a Maduro y revelar ante el pueblo venezolano el carácter corrupto del régimen de Nicolás Maduro.
“Esto fue ciertamente un cálculo que se hizo en Washington”, indica Günther Maihold.
Presión desde Washington llega a sus límites
A pesar de todas las sanciones, la política de Estados Unidos hacia Venezuela nunca habría llegado a un punto en el que se hubiera negociado seriamente sobre una cesión del poder de Maduro.
“En este sentido, las negociaciones en México se han visto canceladas en una fase muy temprana. Desde el punto de vista de Washington, se puso fin a un proceso prematuro que, de todos modos, no habría conducido a un resultado deseado de cara a las elecciones”.
Por el contrario, es incluso Maduro el que estaría ganando terreno en este momento.
“Tenemos actualmente un precio del petróleo elevado y la producción ha vuelto a aumentar un poco. Maduro vuelve a tener un poco más margen de maniobra porque la situación financiera podría mejorar algo si se mantiene un precio del petróleo alto”, según Maihold.
La oposición venezolana pierde peso
“El gran perdedor de este último año ha sido Juan Guaidó”, opina Maihold. “Su apoyo se ha disminuido bastante. Ya no es el líder decisivo en la oposición política y tiene que acordar mucho más con otras fuerzas políticas.”
Mientras tanto, el descontento de la población tanto con el régimen de Maduro como con la oposición es cada vez más generalizado.
Según datos del instituto demoscópico Datincorp de agosto de 2021, el 63 por ciento de los venezolanos no están “nada satisfechos” con el gobierno de Maduro y solo el 12 por ciento está “muy satisfecho”.
En el caso de Guaidó, las cifras correspondientes son aún peores: alrededor del 77 y el 3%, respectivamente.
Entre los ciudadanos, casi nadie confía todavía en las instituciones civiles y militares del Estado. En el caso de la Asamblea Nacional, la cifra es algo menor al 4%, y, en el caso de las fuerzas armadas, solo algo superior al 2%.
De todos modos, la experta Ana Soliz de Stange no ve otra salida que un cambio que tiene que surgir desde dentro del país.
“La presión visible contra el régimen de Maduro tiene que venir del pueblo venezolano y de una oposición unida. La oposición es clave, tendría que ser además una oposición renovada”, dijo.