La cumbre entre los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de Rusia, Vladimir Putin, en la que pocos creían y de la que se esperaban resultados mínimos, culminó con una lectura por parte de ambos líderes muy por encima de las expectativas, con la promesa de tomar medidas concretas en favor de la seguridad estratégica y de la ciberseguridad, mientras que el pragmatismo prevaleció en los temas que los enfrentan.
El encuentro “cara a cara” por el que presidente Biden había apostado tuvo un resultado del que ambos jefes de Estado se mostraron satisfechos y así lo evidenciaron en las conferencia de prensa que ofrecieron por separado, en las que no expresaron contradicciones graves, aunque sí posiciones divergentes en los temas que ya se sabe que son irreconciliables, asegurando que sus reuniones se desarrollaron en un tono constructivo y respetuoso.
Putin dijo que veía “destellos de confianza y de esperanza”, y aseguró que ni él ni Biden buscaron ejercer presión el uno sobre el otro.
Por su parte, Biden dijo que se iba de Ginebra “con la genuina perspectiva de que, en general, podemos mejorar nuestras relaciones”.
Resultados concretos
El primer resultado, que se daba por descontado si no se quería hablar de fracaso, fue el anuncio de que los embajadores de los dos países volverán a sus puestos, después de que en abril pasado ambos gobiernos expulsaran a diplomáticos del otro país en un momento de fuerte tensión.
Pero el diálogo entre ambos tuvo más resultados concretos, como el acuerdo de crear grupos de trabajo sobre seguridad estratégica con el fin de establecer un mecanismo para lidiar con el tema del control de armas y reducir el riesgo de un conflicto accidental.
Sobre la ciberseguridad, un asunto de gran preocupación para EEUU por los graves ataques que ha sufrido en los últimos meses contra sectores claves, como el de aprovisionamiento energético, Putin dijo que había que comenzar a trabajar a nivel de expertos “en el interés de los dos países”.
Estados Unidos sostiene que los ataques proceden de grupos de ciberdelincuentes que operan en territorio ruso y no permiten la reanudación de las operaciones paralizadas hasta que no se les pague un rescate, lo que hace que la cooperación de Moscú sea fundamental en esta materia.
Biden reveló que entregó a Putin un listado de 16 entidades específicas que gestionan infraestructuras críticas, que van desde la energía hasta los sistemas de suministro de agua, y que deben estar totalmente protegidas de cualquier ciberataque.
Aseguró que si en algún momento alguna de esas infraestructuras es atacada, su país también tiene los recursos cibernéticos para responder, aunque matizó su comentario agregando que nadie quiere llegar a esto ni repetir la vieja historia de la Guerra Fría.
Pragmatismo ante todo
Todo indica que aunque ambos presidentes llegaron a la cumbre de Ginebra habiendo hecho advertencias y tomando posiciones que parecían de confrontación, una vez frente a frente imperó el pragmatismo, incluso en dos temas en los que los desacuerdos son de proporciones.
El primero son los derechos humanos, que Biden puso sobre la mesa, con una mención en particular al caso del líder opositor Alexei Navalni, encarcelado en Rusia tras sobrevivir a un envenenamiento, uno de los asuntos en los que Putin se mostró más firme, señalando que lo que Rusia restringe es a personas u organizaciones que representan una amenaza para su seguridad.
Sostuvo que lo que su gobierno pretende es evitar eventos como el ataque al Capitolio en Washington del pasado 6 de enero, una comparación que Biden consideró “ridícula” minutos después.
El presidente estadounidense explicó a los periodistas que los derechos humanos forman parte de los valores de la democracia “que están en el ADN de Estados Unidos” y que no hablar de ello hubiese sido “la negación de lo que somos”.
La mayor advertencia que lanzó en este sentido es que si Navalni muere las consecuencias “serían devastadoras para Rusia”.
Sobre Ucrania, un tema de preocupación mayor para los aliados europeos de EEUU, los mandatarios acordaron reavivar la vía diplomática, aunque Rusia dijo que lo que busca en este país es “estabilidad”.
Después de haber abordado una agenda tan amplia y a la pregunta de si confía en Putin, Biden dijo que los hechos hablarán por si mismos y que habrá que esperar entre dos y seis meses para ver lo avanzado en los temas acordados.