Estados Unidos tiene uno de los sistemas electorales más complejos del mundo, al tratarse de un modelo indirecto.
En buenas cuentas, los sufragios de cada ciudadano no recaen directamente sobre un candidato particular, sino que van a un organismo superior: el Colegio Electoral (CE). Esta entidad está conformada por 538 miembros y es -en definitiva- la encargada de decidir qué candidato es el ganador.
Así las cosas, a cada estado se le asigna un número de electores para el Colegio Electoral, y el candidato que gana la elección popular dentro de ese estado se lleva el 100% de los electores asignados.
La excepción la marcan los estados de Maine y Nebraska, quienes dividen la representación en el CE por distritos congresionales, tras modificaciones implementadas en 1969 y 1992, respectivamente.
De este modo, quien obtiene al menos 270 votos del Colegio Electoral, asegura la victoria, independiente si cuenta con la mayoría del total de sufragios emitidos a nivel nacional.
Justamente, el sistema indirecto permitió que cinco candidatos en la historia estadounidense se hicieran con la Casa Blanca, pese a tener menos votos que sus contrincantes: John Quincy Adams (1824), Rutherford B. Hayes (1876), Benjamin Harrison (1888), George W. Bush (2000) y Donald Trump (2016).
¿Quién nomina a los miembros del Colegio Electoral?
Durante una actividad internacional organizada por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado de EEUU, de la que participó BioBioChile, la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de New Mexico, Lonna Atkeson, explicó que existen al menos tres formas en las que se nombra a un miembro del CE.
La más común -detalla la también directora del Centro de Estudios del Voto, Elecciones y Democracia- es que las convenciones estatales de cada partido elijan a la persona encargada de representarlos en el CE.
Así, sí un candidato obtiene la victoria en un determinado estado, es su propio partido el que envía a sus seleccionados al organismo.
La segunda opción es que sean los comités estatales de cada conglomerado los que hagan la nominación, mientras que la alternativa menos usual ocurre en Pennsylvania, donde se autoriza al propio candidato presidencial elegir a electores.
Según precisa Atkeson, los miembros del CE no pueden ser miembros del Congreso o oficiales federales (es decir, cualquier funcionario o representante de un departamento o agencia del Gobierno).
“Los padres fundadores quisieron que fueran ciudadanos distinguidos, pero desde 1826 se convirtieron en activistas o personas leales a los partidos e importantes donantes. Esto evidentemente no era la intención de ellos y ahora es una combinación, podríamos decir, de líderes locales y estatales, a menudo celebridades, y otros ciudadanos comunes”, sostiene la experta.
Fechas claves
De acuerdo a la académica, existen dos fechas claves post elecciones. La primera es Safe Harbor Day, que este año recae en el 8 de diciembre, ocasión en la que los electores deben ser elegidos. Luego, el 14 de ese mismo mes, los electores deberán reunirse en la capital estatal para emitir sus sufragios.
Estos últimos son contabilizados en seis certificados que son enviados y firmados por los electores, y dirigidos al presidente del Senado (o sea, al vicepresidente, Mike Pence en este caso), dos al secretario de estado, dos al archivador y uno al juez de la corte de justicia del distrito.
Según advierte Atkeson, este año el proceso podría retrasarse, pues el conteo de votos tomaría más de lo normal debido a las medidas implementadas a raíz de la pandemia del coronavirus.
“Estamos viendo enormes números de personas votar por correo, algo que nunca habíamos visto alrededor de los estados. Hay algunos que ciertamente estaban preparados para esto, porque todos votan por correo en lugares como Colorado, Washington, Oregon, Montana. Pero también hay otros estados que no están preparados”, observa la académica.
“Sólo por poner un ejemplo -prosigue- aquí en New Mexico en 2018, 70 mil personas votaron por correo. Actualmente tenemos más de 350 mil solicitando votar por correo. El sistema ciertamente está tensionado”.
En esa línea, añade que “el voto por correo siempre termina con números más altos de sufragios rechazados en comparación al voto presencial”, por lo que “una de las cosas que se esperan es que tengamos las cifras más altas de sufragios rechazados que hayamos tenido”.
“No sabemos el impacto que eso va a tener o cómo se verá al final, pero se prevén grandes retrasos en los resultados”, sentencia.